martes, 2 de febrero de 2016

Hipotermia Por Alberto Espinosa Orozco

Hipotermia
Por Alberto Espinosa Orozco



El polvo suelto levantado en torbellinos
Asecha en las equinas empujado
A su desordenado confín sin titubeos
Los desechos desgastados por las horas;
El polvo de oro ya quemado por el tiempo
Ahogado por el peso de las sombras
Residuo de hojarasca vuelto harapo,
Sucio trapo devastado, agónico, exhausto,
Desmayado manto gris sobre el asfalto.

El viento turbio enemigo de las leyes,
El viento estrábico que silba airado,
Bobino obtuso que acomete desatado el otro lado
De las horas, que acosa al tiempo hueco
Como una cáscara reseca para hollarla;
Insistente torbellino maniatado
Arrojado en su manía repetitiva
 A la ruinosa ciudad abandonada
Invadiendo los rincones sin memoria
Desangrada de su sabia de recuerdos.

El viento sordo que malamente apuesta
A ser silbido ebrio de su propio vicio sin sentido
Desbarata los nítidos perfiles en su rencor de hielo
Recorriendo incesante en tolvaneras por las calles
A la ciudad amortajada, olfateando a su presa
En su bufido, con las narices pegadas contra el suelo,
Llevando en el seno de su hueco una malignidad.

El viento contrario del oeste obtuso
Filoso como arena, salado como arenque,
Vendaval de hocico vuelto lanza que recorre
La plaza deprimida, revolviendo el cabo
Del hilo de los días desleídos, empujando
Su madeja entera hasta el eco mudo
De las tapias funerarias y al vacío
Que ciego late monocorde al otro lado
En su jaula de jaurías sin atarse 
Confundiendo en su ajetrear al día
Con la hipnótica fijeza de la noche. 





Imágenes de Miguel Ángel Esparzaldaba  



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