El Libre Arbitrio
Por Alberto Espinosa Orozco
Cuadros de Alberto Fuster
La trampa del libre albedrío no es una trampa: es un responsabilidad, la de estar justificados frente a nosotros mismos, o reflexivamente ante una
instancia superior y absoluta, que equivale al juicio. Porque si a
debilidades nos vamos, siempre la carne resulta la más fuerte... la más
inmediata, la más animal... y cede el espíritu entonces a la debilidad de la
carne: a la codicia, a la envidia, a los impulsos lividinales del
inconsciente... a las ambiciones del tacto y de la
fantasía.... a las ilusiones del deseo, de la vanidad y el orgullo.
Porque el instinto, lo menos valioso pero lo
más potente (pero que va hacia la muerte = alma inferior); el espíritu, lo más
valioso pero lo menos potente (alma superior que en su altura puede comerciar
con el espíritu), en la formulación de Max Schler. Visión y tendencia moderna
perturbadoramente pesimista -que tal vez se podría revertir. ¿Pero cómo, pero cuándo?
Cuando los artistas, purgados de la materialidad de los deseos y de su escoria,
despojados del mundo y del pacto con la carne y con la muerte, logren vislumbrar la imagen
real de la verdadera potencia del espíritu y apoyarse en él, que es el rostro de Cristo, sin cuyo auxilio el espíritu no puede predominar.
Porque el libre albedrío no es una trampa, es
una puerta: ancha para los que se pierden, angosta, angustiosa, delgada y escabrosa
para los que buscan la verdadera vida… que es también la vida eterna.
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