El Pintor Barroco José de Ibarra y San Jorge contra el Dragón
Por Alberto Espinosa Orozco
En el salón de la Sacristía, junto al paño de La Adoración de los Pastores al Niño Jesús, firmado por Juan Correa en el año de 1676, se encuentran tres cuadros más del mismo pintor: el primero en el costado norte, junto al lienzo firmado por Correa, el paño La Adoración de los Reyes Magos al Niño Dios; en el costado oeste La Resurrección de Jesús y La Ascensión de Nuestro Señor Jesucristo, formando con ello una imponente tetralogía de tema cristológico.
La misma nave alberga otros dos cuadros de la época. En el costado sur, a la entrada de la misma Sacristía, un magnífico lienzo de Las Apariciones de la Virgen de Guadalupe, con los recuadros de las cuatro apariciones, seguramente del mismo maestro pintor Juan Correa Santoyo, sin firma, probablemente de la misma época.
Compartiendo el recinto de la galería de la Sacristía, junto con la tetralogía de Correa, destaca un notable cuadro, de las mismas dimensiones, de San Jorge Matando al Dragón, en el que un joven soldado montado en níveo corcel fustiga con su lanza al negro lagarto. Cuadro a todas luces notable por su preciosismo y esmerado estilo realista, que debió ser mandado hacer ex profeso para Durango, pues en el suelo y bajo del blanco corcel pueden apreciarse una serie nutrida de arácnidos anómalos y de feroces alacranes de la familia sísifus sísifus, típicos si no exclusivos de la región. El extraordinario paño, de creciente realismo y modernidad respecto de los de Correa, es de posterior factura en al menos tres cuartos de siglo, y muy probablemente pertenece a los pinceles José de Ibarra -más que a las martas del taller de Miguel Cabrera.
El cuadro de San Jorge Matando al Dragón debió ser mandado hacer en 75 años más tarde, en 1749, cuando el 15avo Obispo de Durango, Pedro Anselmo Sánchez de Tagle, nombró a San Jorge como Patrono de la Ciudad, instituyendo su fiesta el 23 de abril. Existe en la capilla lateral, junto a la preciosa escultura de San Jorge estofada en madera, venerada desde esa fecha, un escudo tallado en cantera que conmemora el nombramiento de San Jorge como patrono de la ciudad, pero también y sobre todo su intercesión milagrosa, ya en que en ese mismo año la ciudad fue azotada por una plaga de alacranes, la que causo mucho sufrimiento y cobro muchas vidas. Se sabe que luego de la consagración el alto índice de picaduras disminuyó en el acto, por lo que un rico minero, que atribuyó su salvación al Santo Jorge, donó una preciosa escultura estofada, policromada y encarnada, de un metro de alto de San Jorge Niño, enfundado en un yelmo de oro de muchos quilates, espuelas y armado con brillante lanza de plata, con la que arremete contra el negro dragón.
No
es imposible conjetura que el lienzo sin firmar de San Jorge Matando al Dragón se deba, más que al taller de Miguel
Cabrera, comandado por el propio artista, a José de Ibarra, tanto por la
modernidad de su estilo, que es posterior al cultivado por Correa, como a la
excelencia de su factura, destacando no sólo la belleza del rostro del joven
Santo Jorge, sino el cuidadoso estudio de la anatomía y de las actitudes de los
personajes, la ligereza o soltura de la pincelada y los contrastes tonales
logrados con una paleta restringida, que son notas distintivas de su arte. Por
su parte Miguel Cabrera dejó para Durango una amplia colección, serie que se
encuentra en el Museo del Aguacate. Se han barajado también otros nombres
notables, como los de Juan Rodríguez Juárez y Antonio de Torres, ya que el Museo de la
Galería Episcopal de la catedral Basílica Menor de Durango, entre sus más de
200 tesoros artísticos, cuanta con obra de esos importantes artistas.
[1]
Se trata de un hallazgo capital para la historia del arte novohispano, cuyo
original se encuentra en el Fondo reservado de la Biblioteca nacional de
México. Ver Myrna Soto, El Arte Maestra. Discurso sobre la pintura. Prólogo
de Guillermo Tovar de Teresa. UNAM. Seminario de Cultura Literaria Novohispana.
Instituto de Investigaciones Bibliográficas. CONACYT. UNAM. México, 2005.
José de Ibarra nació en la
ciudad de Guadalajara en 1685 y murió en la Ciudad de México el 20 de noviembre
de 1756, a los 71 años de edad. Hijo de Ignacio de Ibarra, morisco de profesión
barbero y de María Cárdenas, mulata, marchó a vivir a los 16 años a la Ciudad
de México para estudiar pintura, primero con el pintor Juan Correa, también
mulato y después, a partir de 1722, con los hermanos Rodríguez Juárez, Juan y Nicolás, en cuyo
taller se llevó a cabo una gran renovación artística, con fuertes influencias
italianas y francesas, así como del sevillano Bartolomé Esteban Murillo (1617-1682),
siendo esta escuela el antecedente directo del arte de Miguel Cabrera
(1715-1768). En 1751 participó en la inspección a la tilma de la Virgen de Guadalupe, organizada por Miguel Cabrera en 1751.
Junto
con los hermanos Rodríguez Juárez fundó la Academia de Pintura, antecedente de
la Academia de San Carlos, la cual encabezó en 1754. Se le atribuye el
importante manuscrito, sin fecha ni firma, El Arte Maestra. Discurso sobre la pintura.[1] Tratado sobre la teoría y
la técnica del arte de la pintura de finalidades pedagógicas, donde pugna por
que se considera a la pintura como una de las siete artes liberales, junto con
geometría, la aritmética, la astronomía, la arquitectura, la música y la poesía.
Se trata de un sistema de enseñanza teórico-práctico enderezado en el sentido
de salvaguardar la dignidad del arte pictórico y el decoro en la representación
de imágenes sagradas, adulteradas por pintores “imagineros” y tratantes.
Reflexión, pues, sobre el quehacer de la pintura en donde se examina, entre
otros temas, la proporción de las figuras, pero también la belleza ideal, de
mayor estima que la natural, pues es cosa fácil copiar lo natural tomando todo
el diseño de ello, cosa fácil propio de simples imitadores, mientras que el
arte verdadero sólo toma sus partes, pues la forma natural debe ser corregida
para ser superada y trascendida.
Las obras más famosas de José de Ibarra son: "La Inmaculada Concepción" en el Colegio de las Vizcainas; las que se encuentran en la
Catedral de Puebla, compuestas por las cuatro “Adoraciones” del Coro ("La Concepción"; "La Asunción", "La invocación de María y de Jesús niño" y ""La Adoración del Santísimo Sacramento"). y por el “Viacrucis”
sobre las pilastras del templo: en el Colegio Jesuita de San Francisco Javier
de Tepozotlán, “La Huida de Egipto” y “El Patrocinio de San José”; y en la
iglesia de La Profesa “La Virgen del Apocalipsis”.
Artista
de abundante producción caracterizado por su afinado sentido de la simetría y
de la composición, sus lienzos han sido considerados, por su idealismo, riqueza
y perfección, como “imágenes retóricas” o “discursos pintados”.
Por
otra parte, la Catedral Basílica Menor de la ciudad de Durango cuenta con una
tercera obra sobre San Jorge: la escultura en cantera de San Jorge de la
portada lateral oeste, del siglo XVIII, que se debe a Pedro de Huertas.
La
Parroquia de la Basílica Menor de la Inmaculada Concepción, cuya jurisdicción
abarcaba desde Durango hasta Santa Fe, en Nuevo México, comenzó a erigirse en
1620, sobre las ruinas de la Parroquia de la Asunción, destruida por un
incendio en ese año. La Nueva Catedral sufrió de contingencia, por lo que fue
desmantelada en 1635. La tercera modificación de la catedral se llevó a cabo en
1695 y 1697 por el arquitecto Simón de los Santos y Mateo Núñez, concluyendo la
obra en 1713. En 1750 el arquitecto Pedro de Huertas realizó las portadas
laterales, siendo la Catedral terminada en definitiva hasta el año de
1844.
A Pedro de Huerta,el fabuloso arquitecto del majestuoso palacio del Conde del Valle de Suchil, se debe por tanto la escultura de San Jorge Niño, bella imagen en relieve que se encuentra en la portada oeste del templo, en el segundo nivel del lado sur.
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