Gutierre
Tibón: una Vida de Investigación
Por Miguel Ángel Muñoz
Por Miguel Ángel Muñoz
Para
Ricardo Martínez, por los consejos memoriosos
A 16 años de la
muerte del autor Gutierre Tibón, reproducimos aquí este fragmento del libro que
sobre él ha escrito Miguel Ángel Muñoz aparecido hace 13 años en La Gaceta del
FCE.
El presente diálogo con Gutierre Tibón
(1905-1999) es el resultado de múltiples conversaciones llevadas a cabo, con
breves intervalos de tiempo, durante casi año y medio. Se inició hace más de
diez años con una visita a su casa-estudio en la ciudad de Cuernavaca, en el
verano de 1990. Nuestra conversación quedó grabada en cinta, y después continuó
a través de cartas y esporádicas visitas.
Tibón utiliza el lenguaje de un modo muy directo, a la vez con cautela. Pasión de filólogo. Quizás por ello se sirve siempre de palabras como asombro, magia y evocar. Tal vez es preciso hacer que las afirmaciones evoquen, que se nos descubran constantemente, pues mucho de lo que Tibón da a conocer durante esta conversación es conocimiento, introspección, procedente del espíritu de la mística mesoamericana y muy antigua del México precolombino. El lenguaje que constantemente busca, desconfía de conceptos preestablecidos.
Había momentos en que sentí estar frente a un sabio alquimista: “Los alquimistas descubrieron el mundo, eran hombres con tanta sabiduría que siempre estaban en constante aprendizaje”. Por momentos interrumpía la conversación para recordar de un modo sensitivo la música que le apasionaba, una sinfonía, por ejemplo, o para mostrar su primer artículo publicado en el diario Excélsior, que con el tiempo se convirtió en su asombrosa columna “Gog y Magog” que se publicó durante casi cuarenta años. Ese espacio periodístico lleva a Tibón al comienzo de muchos de sus libros. El registro puntual de su tiempo, de su memoria y desde luego de sus investigaciones. Muchos de estos textos se recopilaron tiempo después en dos libros: Aventuras en México, 1937-1983, donde reúne lo “visto y lo vivido” durante 43 años de estancia en México, país que eligió justamente por sus bellezas y tesoros culturales. El otro es Aventuras en las cinco partes del mundo, donde deja registrados sus pasos y aprendizajes por América, Asia, Europa, África, Oceanía (y Übeda), que le descubrieron infinidad de territorios desconocidos, no sólo para él, sino también para los ojos de los lectores. Fueron momentos en los que este estudioso se convirtió en místico: con los ojos abiertos, las manos gesticulando vivamente, una memoria deslumbrante, satisfecha, alerta a descubrir una situación para hacerla entendible. Es el seductor del lenguaje. *
Tibón utiliza el lenguaje de un modo muy directo, a la vez con cautela. Pasión de filólogo. Quizás por ello se sirve siempre de palabras como asombro, magia y evocar. Tal vez es preciso hacer que las afirmaciones evoquen, que se nos descubran constantemente, pues mucho de lo que Tibón da a conocer durante esta conversación es conocimiento, introspección, procedente del espíritu de la mística mesoamericana y muy antigua del México precolombino. El lenguaje que constantemente busca, desconfía de conceptos preestablecidos.
Había momentos en que sentí estar frente a un sabio alquimista: “Los alquimistas descubrieron el mundo, eran hombres con tanta sabiduría que siempre estaban en constante aprendizaje”. Por momentos interrumpía la conversación para recordar de un modo sensitivo la música que le apasionaba, una sinfonía, por ejemplo, o para mostrar su primer artículo publicado en el diario Excélsior, que con el tiempo se convirtió en su asombrosa columna “Gog y Magog” que se publicó durante casi cuarenta años. Ese espacio periodístico lleva a Tibón al comienzo de muchos de sus libros. El registro puntual de su tiempo, de su memoria y desde luego de sus investigaciones. Muchos de estos textos se recopilaron tiempo después en dos libros: Aventuras en México, 1937-1983, donde reúne lo “visto y lo vivido” durante 43 años de estancia en México, país que eligió justamente por sus bellezas y tesoros culturales. El otro es Aventuras en las cinco partes del mundo, donde deja registrados sus pasos y aprendizajes por América, Asia, Europa, África, Oceanía (y Übeda), que le descubrieron infinidad de territorios desconocidos, no sólo para él, sino también para los ojos de los lectores. Fueron momentos en los que este estudioso se convirtió en místico: con los ojos abiertos, las manos gesticulando vivamente, una memoria deslumbrante, satisfecha, alerta a descubrir una situación para hacerla entendible. Es el seductor del lenguaje. *
M. A. M.: En sus libros se puede hablar de un propósito constante: amenizar la más severa disciplina intelectual con la amenidad del estilo. ¿Cómo ha desarrollado esa amenidad dentro de libros tan rigurosos, como América, setenta siglos de la historia de un nombre o El jade de México?
G. T.: Siempre hay la
posibilidad de ver el lado chusco de las cosas y de la vida misma. Hay gente
impenetrable al sentido del humor, pero México tiene un pueblo que
constantemente inventa frases ingeniosas, como las de los camiones o los
nombres de las pulquerías en algún tiempo, que demuestran la inteligencia e
ironía de nuestro pueblo. Entonces, desde que llegué a este país maravilloso en
1940 he tratado de realizar mis libros con un sabor mexicano y no de un
italiano que se preocupa por las cosas tan ricas y maravillosas que existen.
Por ejemplo: el estado de Morelos no está totalmente explorado, éste sería un
campo de estudio para toda la vida. Siempre he pensado que hay que ver en un
microcosmos el macrocosmos, pero desarrollándolo con la amenidad muy
característica de mi estilo.
M. A. M.: Maestro,
usted nació en Milán, Italia, en 1905 y desembarcó en el puerto de Veracruz en
1940, ¿cuál era su propósito como investigador y filológo al establecerse, como
usted dice, en su patria electiva?
G. T.: Debo mi
establecimiento en México a un hombre maravilloso que se llamó Isidro Fabela,
un abogado que llegó a la cumbre más alta a la cual puede llegar un abogado en
el mundo. Él fue quien me convenció de venir, para estudiar los distintos
problemas culturales y sociales de este país. México es una nación prodigiosa,
destinada a ser en el siglo XXI uno de los países guías del mundo.
M. A. M.: El tema onfálico ha surcado la imaginación de los hombres desde hace muchos años y sabemos que el ombligo es un tema lateral en la historia de las religiones por sus cosmogonías y rituales, ¿cuál fue la razón por la que se lanzó a descubrir el ombligo como centro erótico?
M. A. M.: El tema onfálico ha surcado la imaginación de los hombres desde hace muchos años y sabemos que el ombligo es un tema lateral en la historia de las religiones por sus cosmogonías y rituales, ¿cuál fue la razón por la que se lanzó a descubrir el ombligo como centro erótico?
G. T.: El ombligo es la
segunda sílaba de la palabra México. Mucho me apliqué a estudiar su
significado. Naturalmente la primera palabra era mextli, que quiere decir luna,
y “co” es un sufijo locativo. Entonces, me puse a estudiar el ombligo como
centro cósmico, para comprender la razón del porqué el nombre de este país
existe como sílaba central, y con esto he logrado descubrir la relación entre
ombligo y México.
M. A. M.: Llegó el
quinto centenario del descubrimiento de América y usted tenía publicado un
libro de ensayos sobre el nombre de América, ¿cuál fue su propósito de
descubrir la raíz del continente?
G. T.: En este estudio expongo las circuncias determinantes por las cuales este continente se llama América. Me remonté a una antigüedad pavorosa; buscando los orígenes del nombre fatídico en el corazón de Asia, hace setenta siglos. Siguiendo su evolución en el transcurso de las migraciones de los pueblos indoeuropeos a Escandinavia, Germania, Italia y España. En el libro vemos cómo el rey de los ostrogodos, Teodorico el Grande, “crea” el nombre que, un milenio más tarde, habría de perpetuarse en este continente por mediación del italiano Vespucio. También nos enteramos de que entre las razones por las cuales América no se llama Colombia, se cuenta una opinión expresada por Aristóteles, un cálculo matemático de Marino de Tiro, y el viaje de Marco Polo. La más singular concatenación de hechos para llegar a un resultado: el nombre de América. Que no se me tache de prolijo: el nombre de Nuevo Mundo justifica, o mejor dicho exige una investigación con profundidad, hasta llegar a la última linde de sus aspectos históricos y filológicos.
G. T.: En este estudio expongo las circuncias determinantes por las cuales este continente se llama América. Me remonté a una antigüedad pavorosa; buscando los orígenes del nombre fatídico en el corazón de Asia, hace setenta siglos. Siguiendo su evolución en el transcurso de las migraciones de los pueblos indoeuropeos a Escandinavia, Germania, Italia y España. En el libro vemos cómo el rey de los ostrogodos, Teodorico el Grande, “crea” el nombre que, un milenio más tarde, habría de perpetuarse en este continente por mediación del italiano Vespucio. También nos enteramos de que entre las razones por las cuales América no se llama Colombia, se cuenta una opinión expresada por Aristóteles, un cálculo matemático de Marino de Tiro, y el viaje de Marco Polo. La más singular concatenación de hechos para llegar a un resultado: el nombre de América. Que no se me tache de prolijo: el nombre de Nuevo Mundo justifica, o mejor dicho exige una investigación con profundidad, hasta llegar a la última linde de sus aspectos históricos y filológicos.
M. A. M.: Como filólogo
ha producido el diccionario de nombres propios más completo, no sólo en lengua española,
y su onomástica hispanoamericana es el tratado más ecléctico publicado sobre
apellidos. En ambos libros hay hallazgos y soluciones de difíciles problemas
lingüísticos, ¿cómo fue el proceso de desarrollo de ambos libros ya que le
costó más de 40 años realizarlos?
G. T.: El Diccionario etimológico comparado de los apellidos españoles, hispanoamericanos y filipinos es la primera obra que recopila, organiza e interpreta sistemáticamente los apellidos de una familia humana de trescientos millones de miembros (o casi quinientos, incluyendo a los lusohablantes); ellos son los González, los Esparsa, los Ulloa, los García, es decir los dueños de los apellidos castellanos, catalanes, gallego-portugues y vascos. Me costó casi medio siglo de estudio este léxico excepcional; creo que satisface la curiosidad que todos tienen por conocer el origen y significado de su apellido, lo cual, en la mayoría de los casos, entraña una revelación. Así, por vez primera se puede descubrir el secreto de ese vocablo que nos identifica como personas y que, además, nos vincula con un lazo mágico con las culturas de Israel, Grecia, Roma, España y América.
G. T.: El Diccionario etimológico comparado de los apellidos españoles, hispanoamericanos y filipinos es la primera obra que recopila, organiza e interpreta sistemáticamente los apellidos de una familia humana de trescientos millones de miembros (o casi quinientos, incluyendo a los lusohablantes); ellos son los González, los Esparsa, los Ulloa, los García, es decir los dueños de los apellidos castellanos, catalanes, gallego-portugues y vascos. Me costó casi medio siglo de estudio este léxico excepcional; creo que satisface la curiosidad que todos tienen por conocer el origen y significado de su apellido, lo cual, en la mayoría de los casos, entraña una revelación. Así, por vez primera se puede descubrir el secreto de ese vocablo que nos identifica como personas y que, además, nos vincula con un lazo mágico con las culturas de Israel, Grecia, Roma, España y América.
M. A. M.: En su libro
México 1950 se muestra como un sociólogo, donde da un mensaje nacional, y se
adelanta al tiempo, donde dio algunas previsiones que se realizaron, ¿cuál
sería el objetivo de este libro en la actualidad? ¿Lo considera vigente en este
nuevo siglo que está por comenzar?
G. T.: Después de medio
siglo de haberlo escrito, creo que el libro tiene toda su vigencia, es decir:
toda mi vida he pensado no en el momento en que vivimos, sino en el mañana. Me
interesa siempre lo que va a suceder en un país tan rico, desde su nombre hasta
sus rincones más lejanos. M. A. M.: ¿Cuál es su interpretación esotérica del
jade, el antiguo chalchihuite?
G. T.: Durante 24
siglos el jade fue considerado en Mesoamérica símbolo de vida. Por sus
altísimos poderes taumatúrgicos se le conceptualizaba como lo más precioso del
mundo, es decir: valía mucho más que el oro. Desde 900 años antes de Cristo
hasta la Conquista, los lapidarios olmecas y mayas, teotihuacanos y mixtecos,
crearon joyas de jade de extremado refinamiento, desde estatuillas y hachas
votivas, hasta placas casi transparentes y “jícaras del águila”, receptáculos
de los corazones humanos en los sacrificios. En este volumen traté de
interpretar el fascinante mundo esotérico del jade para que la gente común
pueda penetrar en el pensamiento mágico del México de ayer.
M. A. M.: En 1963 fundó
el Instituto de la Enciclopedia de México, que se propuso publicar todo lo
mexicano, ordenado alfabéticamente en diez tomos, ¿cómo arrancó este proyecto y
cuál fue su propósito original?
G. T.: Mi idea original fue que los diccionarios y las enciclopedias fueran universales. No había ninguna enciclopedia que se dedicara a lo mexicano, que recogiera todos los aspectos históricos biográficos de México, como el Diccionario de Porrúa que está bien hecho, pero no ilustrado. El mío está rigurosamente ilustrado y actualizado sobre las maravillas de México.
G. T.: Mi idea original fue que los diccionarios y las enciclopedias fueran universales. No había ninguna enciclopedia que se dedicara a lo mexicano, que recogiera todos los aspectos históricos biográficos de México, como el Diccionario de Porrúa que está bien hecho, pero no ilustrado. El mío está rigurosamente ilustrado y actualizado sobre las maravillas de México.
M. A. M.: Maestro, en
su último libro Nuevo diálogo de la lengua, ¿cuál es el objetivo de renovación
del lenguaje y cuál sería su papel fundamental en el siglo que comienza?
G. T.: El lenguaje que
nos viene de Castilla es, junto con el italiano, la lengua más hermosa que hay
entre los idiomas. El alemán, ruso, polaco, checo no tienen la riqueza de
sonidos, combinaciones y fluidez que tiene nuestro idioma. Entonces, no se
puede hablar de una renovación del castellano, éste se queda como es, pero los señores
de Madrid que quieren seguir mandando en todos los países de lengua española,
que son 21, no tienen la elasticidad que han tenido los italianos, los cuales
hace cuatro siglos se liberaron de todas las “h” mudas; son mudas y no sirven,
decía el fundador de la lengua castellana, Antonio de Nebrija. Hay que
eliminarlas y si la “y” griega corresponde a la “i” latina, se lee igual, esto
quiere decir que es inútil en el alfabeto.
M. A. M.: ¿Cuál es el
término de castellanización, ya que usted lo utiliza como una emancipación del
latín?
G. T.: Hay dos
escuelas: la escuela de castellanizar el castellano quitándole todas las
complicaciones al lenguaje, por ejemplo, en lugar de decir cuarentavo, dicen
cuadragésimo, que es difícil. Entonces, la castellanización es limpiar el
castellano de latinismos que ya no tienen nada que ver después de dos mil años,
y que los señores de la Academia de Madrid conservan como un tesoro que no se
puede tocar en los diccionarios. Tengo la vigésima primera edición del Diccionario
de la Academia y es una verdadera catástrofe, porque ponen palabras muertas y
no ponen como en los grandes diccionarios lingüísticos una cruz para expresar
que es una palabra muerta.
M. A. M.: Usted habla
de que México está a la cabeza del mundo hispanohablante y que tiene una
misión, ¿cuál sería esa misión dentro del lenguaje?
G. T.: Dentro de pocos
años el grupo hispanohablante será de 240 millones, de los cuales sólo el diez
por ciento está en España y todo el resto en América. Entonces, necesitamos esperar
los modismos que han nacido. En México, por ejemplo, la influencia del ná-
huatl, del mixteco y del zapoteco es definitiva. La mayor parte de los nombres
de lugares de México no son en español sino en náhuatl.
M. A. M.: Usted dice
que el castellano será esencialmente una lengua americana, la cual hablará el
noventa por ciento de hispanos del Nuevo Mundo, ¿por qué?
G. T.: Porque es la
lengua que ha llegado al Estrecho de Magallanes, que pertenece a Argentina y
Chile. Todos esos países de Sudamérica, menos Brasil, hablan castellano.
También porque es una lengua continental. Es como el inglés que de Texas a
Canadá todos lo hablan y no dependen de Londres, como nosotros no dependemos de
Madrid. Por ello, el castellano se vuelve la segunda lengua oficial y por eso
tenemos el deber no de imponernos como una especie de liberalismo, sino como
hermanos que hablan una misma lengua.
✸La Gaceta del FCE
Número 375 Marzo del 2002
Nota Bio-bibliográfica:
Gutierre Tibón (Milán,
Italia, 16 de julio de 1905 - Cuernavaca, Morelos, 15 de mayo de 1999)1 fue un
escritor italomexicano. Escribió extensamente sobre temas de identidad
cultural, mezclando las ideas de la antropología, la lingüística, la
psicología, la filosofía, la etnología, la sociología y la ciencia política.
Tibón nació en
Lombardía (Italia). En sus primeros años trabajó como vendedor de máquinas de
escribir, y diseñó y patentó el modelo portátil que los industriales suizos
comenzaron a producir: la Hermes Baby, cuyas regalías le permitieron vivir con
cierto desahogo.1
Después de viajar
extensamente por Europa y por las Américas por su trabajo, sus visitas a México
lo llevaron a sentirse atraído por el país, y a él se trasladó en 1940. Se
estableció como escritor y personalidad de la radio. Antes de llegar a México
sólo había publicado dos libritos (en italiano y en francés), pero en ese país
y en español publicaría más de 33 libros.1 Su primer trabajo importante fue en
la cultura y en las perspectivas de futuro de México. En "México, 1950: Un
país en futuro" (1942) aguarda con interés lo que llamó un Feliz México,
que él pensaba que podría lograrse en 1950. Abogó por un fuerte liderazgo y la
intervención del gobierno para promover la educación de masas. Más tarde tuvo
un éxito con "Viaje a la India por el aire", que se originó en la
radiodifusión a partir de las conversaciones con el poeta Ricardo López Méndez
sobre sus viajes en el Oriente Medio de camino a la India. La capacidad de
Tibón para mezclar anécdotas, observaciones filosóficas y el comentario
político sobre la cultura de los países por los que pasó el poeta durante el
viaje es de gran popularidad.
Obras publicadas
·
1942, México 1950, un
país en futuro
·
1944, Viaje a la India
por el aire
·
1945, América, Setenta
siglos de la historia de un nombre
·
1946, Aventuras de Gog y
Magog
·
1946, Origen, vida y
milagros de su apellido
·
1947, Divertimentos
lingüísticos de Gog y Magog
·
1956, Diccionario
etimológico de los nombres propios de las personas
·
1957, Introducción al
budismo
·
1961, Pinotepa Nacional.
Mixtecos, negros y triquis
·
1967, Mujeres y diosas en
México
·
1972, El mundo secreto de
los dientes
·
1975, Historia del nombre
y de la fundación de México
·
1979, El ombligo como
centro erótico
·
1981, El ombligo como
centro cósmico: Una contribución a la historia de las religiones
·
1981, La tríade prenatal:
cordón, placenta, amnios. Supervivencia de la magia paleolítica
·
1983, El jade en México:
el mundo esotérico del chalchihuite
·
1983, La ciudad de los
hongos alucinantes
·
1984, Los ritos mágicos y
trágicos de la pubertad femenina
No hay comentarios:
Publicar un comentario