La Comunión de Fe y
la Esperanza
Por Alberto Espinosa Orozco
Revista CantaLetras 2º Aniversario #25
Día de celebración es hoy para las letras
durangueñas, pues se cumple con el favor del tiempo el segundo aniversario de
la Revista Cantaletras: espacio creativo abierto a la memoria y a la huella del
sentido de los días. Revista que al arar la tierra y abrir los surcos para
hacerla cultivable nos permite revisar también quiénes somos y lo que hemos
hecho, siendo a la vez como un espejo donde poder mirarnos otra vez, donde
revernos como lo que en realidad somos: una comunidad de fe en el valor de las
letras y de la palabra. Espacio abierto
al reconocimiento de las miradas, donde volver a ver lo que nos une y nos
amalgama como comunidad y como cultura: que es el amor por lo nuestro, por
nuestras costumbres proverbiales, por nuestra educación y singular forma de
ser, por nuestros mayores, ausentes y presentes, por nuestra tierra, por el
amor a lo humano y al espíritu –así mismo por lo que aspiramos a llegar a ser
algún día y que tal vez secretamente ya lo somos: una comunidad, como repito,
de fe, cada vez más creativa, más libre y también más autónoma e independiente.
Día de fiesta, pues, por el aniversario que
celebramos hoy, gracias al fervor de un
puñado de durangueños, teniendo más al frente a un animador de la cultura
local, como es el maestro Petronilo Amaya, quien ha sabido, por la virtud de la
constancia, dar continuidad a un esfuerzo sostenido, fortaleciendo así a una
comunidad guiada por el cultivo de las cosas del espíritu, dejando con ello
constancia de su trabajo cotidiano al fijar en la tipografía de las hojas
indelebles lo que el pasar del tiempo no se lleva, lo que resiste al acoso del
olvido fugitivo, de lo que huye o se disuelve entre el fluir evanescente de las
cosas.
Continuadora en línea directa de la revista
Redacciones y, un poco antes, de la importante publicación regional de la
revista Contraseñas, donde se conjuntó por años lo más granado de la creación
literaria durangueña de aquella etapa, la Revista Cantaletras es ahora el
relevo temporal que toma la estafeta de ese esfuerzo colectivo, con el objetivo
de seguir irrigando y fertilizando con las nuevas aguas y tinturas de la
escritura el huerto cultural del querido solar regional, enclavado en el
hermoso Valle del Guadiana, siempre bañado por la luz, e iluminado siempre en
las noches tenebrosas o en los abstrusos recovecos del camino por las teas
siempre ardientes de la tradición, del recuerdo emocionado y la esperanza.
La Revista Cantaletras cumple de tal manera
con el propósito de preservar el amor por el oficio de las letras, potenciando
con ello los valores éticos y estéticos, a los literatos y a los artistas,
constituyendo de tal forma sus páginas un foro de valor y resistencia que, a la
manera de la fuente insobornable, preserva en el río de sus reflejos
cristalinos los valores ciertos de la creatividad, la crítica y del espíritu
–en una lucha sin cuartel contra los polares extremos de la abrasiva sequedad
de la sequía y de la fácil tendencia al estancamiento cenagoso, en cuyos recovecos se guarecen los
inconsistentes chancros de la inconsciencia, del sueño o la parálisis,
auspiciando a grupos parasitarios, anquilosados o dormidos entre laureles,
cuyos círculos de fuerza o de poder los aíslan en un confinamiento del sentido,
alejándolos cada día más y más de la cultura. Lucha, pues, contra la
incomprensión creciente de los circuitos cerrados y ciegos ante los valores,
ínsitos a la barbarie moderna, que convencionalmente quisieran ignorar la
necesidad de las palabras y la utilidad y servicio social aportado por el arte
al bienestar general de la cultura –dando como magro fruto, en medio del
desdén, la pasividad o la indiferencia, la nula atención oficial al orbe de las
letras locales, desterrándola de sus proyectos y presupuestos, agudizando con
ello las condiciones lamentables de
precariedad del medio.
Por lo contrario, la revista Cantaletras ha
tomado entre sus manos como iniciativa
propia la tarea viril de hacer vivir una cultural, contando con el apoyo de
suscriptores, amigos y mecenas; dando por un lado periódicamente satisfacción a
la necesidad de expresar las inquietudes más hondas de una comunidad frente a
su circunstancia, frente al mundo y la existencia, ofreciendo con ello una
perspectiva compartida de una realidad común, ligados como estamos al terruño
patrio por la geografía y por el tiempo; por el otro, permitiendo reflexionar
públicamente sobre las condiciones de nuestra propia vida, poniendo así de
relieve y manifestando, por la vía de la experimentación individual, las vetas
más claras de nuestros valores y los filones de sentido encontrados por los
férreos gambusinos de la palabra, para escuchar en el resonar de sus cuerdas
más íntimas el tono de los tiempos que corren. Todo lo cual posibilita
observar, en el despliegue de sus vectores, hacia dónde vamos como comunidad,
determinando entonces la orientación, velocidad, dirección, intensidad y
sentido de nuestro desplazamiento en la historia.
Así, junto con el fortalecimiento tanto la
libertad de expresión y de investigación como de las inquietudes vocaciones
individuales, la Revista Cantaletras ha ido mostrando en cada uno de sus
números un segmento orientado, que a manera de una estampa, de un reflejo o de
una radiografía indica inequívocamente nuestras preocupaciones comunes,
revelando a la vez quiénes somos y hacia donde es que caminamos. Labor
complementaria, pues, entre el individuo y la comunidad, porque si la tarea
esencial del escritor es hacer que viva un lenguaje, la de una revista
literaria es que una comunidad esté viva.
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