Tres Monadologías
Por
José Gaos
Presentación:
Se presentan tres textos cortos de José Gaos, que, aun cuando fueron escritos a
manera de aforismos, siguen un orden argumental continuo y pueden considerarse
como "monadologías" —de las que José Gaos dejó escritas más de un par
de decenas, además de sus repetidas reflexiones de fin de año. Se trata de la
"Nueva monadología o metafísica de bolsillo", la "Monadología
ética" y el "Escrito a pedido de Granell"1. Siguiendo el estilo
sintético leibniziano, Gaos escribe sus "mónadas" como primeros
elementos que, de acuerdo a un método estrictamente racional, no dejan
resquicio a la contradicción, pudiendo servir de fundamento a todo el sistema.
En efecto, las "monadologías" gaosianas, provistas de ventanas,
llevan a cabo una breve exposición de su sistema en lo que tiene de más
propiamente filosófico: la metafísica y la ética. Así, sus mónadas, como
unidades reales pero inextensas, es decir, temporales, significativas y
espirituales, participan un poco de la naturaleza de los sueños.
A estos mínimums o átomos de pensamientos indivisibles, llegó Gaos en la
tercera y última etapa de su desarrollo intelectual que, de acuerdo con
Fernando Salmerón, se inicia programáticamente en 1953 con el texto autobiográfico
de Confesiones profesionales, siendo la época más creativa, personal y
sistemática de toda su trayectoria. Bien podríamos ver estos
"simples" como la sustancia última del universo (metafísico) y de la
naturaleza humana (ética), según su concepción. Los átomos espirituales
corresponden a un punto de vista acerca del mundo, comprimiéndolo desde un
determinado escorzo según una peculiar armonía, a veces barroca, donde se deja
respirar un conjunto de catedral transparente, diversamente ¡risada por los
momentos rotatorios de la cualidad atmosférica (como en los cuadros de Monet).
Obra monumental, por su carácter de asamblea de la luz, y a la vez diminuta,
por su fina orfebrería y cuidadoso pulido de joya fulgurante.
Alberto
Espinosa
NUEVA MONADOLOGÍA o METAFÍSICA DE BOLSILLO
sen theses in gratiam
autoris
nonullorum amicorum
conscriptae
*La metafísica es la ciencia del más
allá.
*EI más allá es lo que no es ni perceptible por
medio de los sentidos, ir cluso sirviéndose de instrumentos o aparatos, ni
aquello de que tiene cor ciencia
cada ser dotado de ella, ni los pensamientos de los seres humanos: lo inexistente
y lo infinito.
*La ciencia del más allá es concebir, dar razón y comprender la prueba o demostración de su existencia o inexistencia, y en el caso de ser esta última lo probado o demostrado,
la explicación de que se conciba algo inexistente.
*Lo inexistente no puede ser nada que se esté percibiendo por medio de los sentidos, ni de que se esté teniendo conciencia, ni de que se esté pensando como estando percibido por medio de los
sentidos, ni como siendo algo de que
se esté teniendo conciencia, ni
como siendo un pensamiento,
ni como existiendo aunque
no sea perceptible por los sentidos de nadie, ni pueda tener de ello conciencia
nadie, ni pueda pensar en ello nadie. No puede ser más que algo concebido como
perceptible pero no percibido, o de que sería posible tener conciencia, pero
no se la tiene, o que podría ser un pensamiento, pero que no se piensa, o que
podría concebirse como existiendo aunque no fuese perceptible, ni pudiera
tener de ello conciencia, ni pudiera pensarse de ello —porque se lo concibe justo como inexistente. Quiérese decir que
lo inexistente no es ningún objeto propio del concepto de inexistente, sino
únicamente el objeto propio de cualquier concepto conceptuado de inexistente.
*La existencia en su totalidad, es objeto
del correspondiente concepto. El concepto de lo inexistente conceptuado de
inexistente es el concepto de la nada.
*Hay,
pues, un concepto de inexistente sin objeto propio, pero con que puede
conceptuarse el objeto propio de cualquier
concepto, incluso el del concepto de lo existente.
*Lo inexistente no existe, pero puede concebirse: todo lo existente puede
concebirse como inexistente. La
imposibilidad de "concebir" la inexistencia de todo y la existencia de Dios.
*La concepción de lo inexistente no puede explicarse por la presencia de los
objetos. No puede explicarse más
que por la ausencia de los objetos o por la
psicología de quienes conciben lo inexistente o piensan en el concepto de
inexistente.
*La ausencia de cualquier ser o cosa
puede concebirse de una de dos maneras: o como desplazamiento del ser o la cosa más allá de
los límites de la presencia, o como inexistencia. No se puede, pues, explicar
la concepción de la inexistencia por la ausencia, ya que lo que hay que
explicar es la concepción de la ausencia como inexistencia.
*Lo infinito no puede ser nada que se esté
percibiendo por medio de los sentidos,
ni de que se esté pensando como
estando percibido por medio de
los sentidos, ni como siendo algo de que se esté teniendo conciencia. No puede ser más que algo que se esté pensando como no perceptible, ni de que se pueda tener conciencia, pero como existente —porque se lo concibe justo como infinito.
*Si todo (sentido distributivo)
puede concebirse como
inexistente, incluso todo
(sentido colectivo), no todo puede concebirse como infinito. No pueden
concebirse como infinitos
los seres o las cosas concebidos
como esencialmente finitos (sustancias, no modos!).
*Los infinitos concebibles pueden reducirse a los siguientes. El infinito existencial: el del tiempo infinito y el de
la existencia en él del mundo,
de las almas o espíritus inmortales o eternos, de las verdades eternas y de Dios fuera de todo tiempo. El infinito esencial: el del espacio infinito y el mundo en él, los infinitos
matemáticos como el de la serie
de los números naturales, el de la esencia divina; el de la divisibilidad infinita del espacio y del tiempo y de lo
existente en ellos.
*La concepción de los infinitos no puede explicarse por la presencia de ellos en la percepción ni en la conciencia. No puede explicarse mas que por lo finito presente donde o como quiera, por
ende también puramente en
el pensamiento; o por la psicología de quienes conciben lo infinito o piensan en el toncepto de infinito.
*La existencia infinita de algo o alguien, y como entrañada por ella, la
infinitud del tiempo, se conciben no porque no pueda "concebirse" la inexistencia de todo, que se la "concibe"
perfectamente, sino porque-no puede "comprenderse" la existencia de
algo no habiendo existido nada —ni existiendo algo, el dejar de existir todo:
o la relación entre la existencia —finita— y la inexistencia. Para evitar esta incomprensibilidad se concibe
la existencia infinita de algo o alguien —el mundo o Dios.
*Pero la existencia infinita no es más
comprensible, o menos incomprensible,
que la inexistencia —o que la existencia finita que entraña la inexistencia.
Luego, la incomprensibilidad de la inexistencia y la comprensibilidad de la
existencia finita no explica que se conciba ésta. Se ocurre ya que más bien se
explicaran conjuntamente la concepción de la inexistencia y la de la
existencia —el tiempo— infinita por otra vía.
*De la existencia infinita en el tiempo
infinito a la intemporal necesaria. De ésta a la esencia infinita, como
totalidad de lo contradictorio, de lo
composible, de lo bueno.
MONADOLOGIA ETICA
1. El fin del hombre es la felicidad absoluta (todos los éticos), la satisfacción absoluta, pero ésta no es asequible (contra la prueba eudemonológica y todas las pruebas teológicas) ni asin-tóticamente (contra Kant), sino esencialmente correlativa alternativa de la
insatisfación (Schopenhauer), lo que no es
razón para procurar la aniquilación —paradoja en los términos— (contra Schopenhauer), sino para procurarla reiteradamente (Nietzscheí1).
2. Lo menos lejano, lo más cercano, a la felicidad absoluta, es la perfección equilibrada de la compleja naturaleza humana, sensible y suprasensible —"natural" y
"sobrenatural", pero
no sobrehumana— intelectual o racional
y emocional, egoísta y altruista
(todos los éticos, pero particularmente Shaftsbury..., menos los siguientes), contra el mínimunismo aporético de Antístenes, el hedonista de Aristipo,
el egoísta de Hobbes...
3. La virtud es la conducta de procura de tal perfección. El vicio, la conducta de incuria de tal perfección.
4. Tal perfección y la virtud se in-dividua(liz)an personalmente (Schaftsbury...), pero
no pueden lograrse sino políticamente (última y sumamente, el marxismo),
según valores que van desde intersubjetivos totales —la felicidad— hasta
subjetivos.
5. De la intersubjetividad total o parcial y la
subjetividad de los distintos
valores, las moralidades —y de las
morales y éticas— da razón de ser la concreción de tales objetivos con sus sujetos, históricos
individualmente diferentes, no sólo
distintos.
6. Los placeres perjudiciales y los dolores
benéficos son límites naturales de desequilibrio de la perfección equilibrada, que no es matemática, como nada humano, ni
biológica, ni no-matemática. La estadística es otra cosa.
7. La virtud no recompensada y el vicio no penado,
sino incluso respectivamente
penada y triunfante, son
límites parejos.
8. El predominio de la insatisfacción sobre la satisfacción hasta el punto de aniquilar la voluntad de vivir, de
perseguir el fin de la felicidad, el consistir el ser en su persistir, es caso extremo de tal desequilibrio. El no llegar a tamaño extremo por sobreponerse al predominio de la insatisfacción sobre la satisfacción lindante con él, es también extremo, sumo, de la virtud (estoicismo, Nietzsche).
9. Tales desequilibrios son efectos de causas físicas o/y culturales —en que parece darse lo, paradójicamente (?), contra natura, la naturaleza dividida contra sí misma, la pugna entre partes de ella.
10. La política de la moralidad, de la eudemonía humana universal, incluye la pugna por el restablecimiento del equilibrio contra tales desequilibrios,
la eliminación de ellos, mediante la investigación científica de sus causas y
de los remedios contra la acción de ellos (Bacon, Descartes..., marxismo...)
—en reemplazo de las sanciones del más allá y de la justicia penal no
correctiva.
11. El fin —la satisfacción, la felicidad— y su contrario —la insatisfacción, la infelicidad— son sanción-e-moción o razón motivante —recompensa o pena— suficiente, incluso en el caso
extremo sobredicho (8), en el que
incluye decisivamente la satisfacción del deber, extremo, cumplido, de ser digno, sumamente, de ser feliz (estoicismo,
Kant, Nietzsche).
12. El deber es el modo de razón motivante que modaliza al fin, correlativamente modalizado de
ley, natural y moral
(estoicismo, San Agustín, Santo
Tomás...), para la conciencia
moral.
13. El libre albedrío —con sus anteojos: imputabilidad, responsabilidad— parece un fenómeno que, por ende, habría que salvar, solamente. Otros fenómenos parecen salvados por la concepción determinista de la naturaleza —que no salva del libre albedrío, sino que
lo condena a apariencia engañosa
(Spinoza), infundado, en suma, no salvado; menos aún, en cuanto que ni
siquiera se da razón del engaño mismo... La conclusión correcta parece deber ser más bien esta otra: una concepción de la naturaleza capaz de salvar
simultánea, conjuntamente, con los demás fenómenos, el del libre albedrío
(Kant?, Bergson?, la teoría de Hartmann
pudiera no ser más que una seudoexplicativa
tautológica, redescripción
de los fenómenos).
14. El fin como impulso motivante es objeto de conciencia psicológica directa. La ética (sintetizadora en estos
puntos) es producto de la conciencia
psicológica y moral reflexiva más
insistente. Entre ambos términos se extiende la gradación de los movimientos, sentimientos y conocimientos —e-mocionales y pensamientos objetivantes—
de la conciencia moral —morales y
éticos.
15. La conciencia reflexiva de que es producto la ética sintetizada en estos puntos es una conciencia agnóstica metafísicamente, Ideológicamente (Shaftesbury, Hume, Kant;
Escoto, Ocam; Feuerbach...), no materialista y atea (contra... Hobbes...
Feuerbach, el marxismo o el materialismo dialéctico...), ni siquiera naturalista (contra...
Nietzsche...).
16. Los conceptos categoriales cardinales 'Dios' y 'nada' son creaciones
infinitantes de lo vivido—amado, odiado, querido, no querido— como bueno o malo. Los conceptos 'bien' y 'mal' sustantivaciones de 'bueno' y 'malo', son denotantes de lo satisfactorio y lo
insatisfactorio (todas las éticas,
eudemonistas). En cuanto tales, "bien" y "mal", en
designación antropológica,
físico-psíquicas, y en designación moral y ética, son sinónimos. Ética en eudemonología (ut supra,
2).
17. La naturaleza humana, con su infinitar y fin
inasequible, con su concepción de lo 'contra natura' (ut supra, 9), el hombre,
es así el problema de su puesto
en el cosmos para sí mismo.
20/7/1963
ESCRITO A PEDIDO DE CRANELL2
1. La realidad primaria de la Filosofía es la de unos textos, de unas expresiones verbales. Hay que examinar antes la expresión.
2. El examen de la expresión mímica
tiene por fin mostrar que tal expresión es una especie de órgano de
articulación de una convivencia entre "sujetos".
3. La expresión verbal se distingue de la mímica porque mientras que ésta se reduce a significar estados de ánimo de unos sujetos a otros, la verbal añade a la significación de estados la notificación de "objetos". Últimamente
me ha parecido deber invertir el uso de los términos "significación" y
"notificación" por dos
razones: me parece más propio considerar
que las expresiones mímicas
funcionan exclusivamente como "signos"
y me parece conveniente hacer
jugar "notificación" con "denotación"
y "connotación".
4. La notificación es una operación de "objetivación" o constitución de "objetos". Lo más importante
de esta operación para todo lo que sigue es la constitución de "objetos"
"abstractos" y "concretos": porque un "objeto",
cuanto más abstracto, más "intersubjetivo"; cuanto más concreto, más
"subjetivo".
5. La significación de las expresiones verbales no se reduce a la de estados de
ánimo de los sujetos en relación
con los objetos notificados: estos estados "motivan" la notificación de los objetos: esta "motivación" radica en la estructura dinámica, (e)motiva, de los sujetos.
6. El examen de la expresión tiene por fin mostrar
que tal expresión es una especie de
órgano de articulación verbal de
una convivencia de sujetos con objetos más intersubjetivos o más subjetivos. La consecuencia es que las
situaciones de convivencia
son menos o más históricas o personales.
7. Ahora se trata de examinar a la luz de lo
anterior los textos filosóficos por excelencia, reducidos a los filosofemas notificados por las expresiones filosóficas.
O se trata de examinar estas
expresiones por las vertientes
de la notificación y la significación, para concluir
con el examen de las correspondientes situaciones de conviviencia —filosófica.
8. Vertiente de la notificación. La primera ¡dea principal es la de que hay que hacer
la fenomenología de la
presencia, aparición, desaparición,
reaparición y desaparición "para
siempre" de los entes, según las máximas clases de ellos que pueden hacerse precisamente por sus maneras de estar presentes, aparecer, etc. Estos fenómenos de presencia, aparición, etc., son los fundamentales de todos los demás, son la fenomenicidad por excelencia.
9.
La fenomenología de la fenomenicidad conduce a tener que examinar los conceptos de creación y
aniquilación, que entrañan los de "no ser" y "nada".
10. El "no" no notificaría más que la
distinción: entre entes o de un ente relativamente a sí mismo. La "nada" no notificaría más que la distinción de ¡o ente relativamente a sí mismo.
11.
La distinción sería un "concepto puro" —al que no se le encontraría
"fundamento" por la vertiente de
la notificación.
12. Sólo se le encontraría un "fundamento" por la vertiente de la
significación. Lo decisivo en la historia de la
Filosofía, de la Metafísica, no sería la Ontología, sino la Meontología. Y lo
decisivo, a su vez, en ésta serían los estados de ánimo que "motivan"
que el hombre "niegue": estos estados de ánimo radican en la
(e)motividad constitutiva y distintiva del "hombre". Es, entre otros, la
"soberbia".
13. Los "objetos" de la Filosofía por
excelencia, de la Ontología y la Meontología, son los más "concretos"
de todos: lo ente y la distinción de lo ente relativamente a sí mismo.
14.
Por lo tanto, la situación de convivencia filosófica es la de unos sujetos con
los objetos más "subjetivos" de todos: es la situación más histórica
y más "personalista" de todas. La notificación filosófica no tendría
más valor que el de una "confesión personal" —a pesar de la
"comunidad" de la (e)motividad del "hombre". O de otra
manera: los hombres serían unos entes constituidos (e)motivamen-te de tal forma
que se confiesan mutuamente
Weltanschauungen tan personales que, en rigor, la de cada uno sería
"inintuible" por los demás.
15.
Atenuación: en tales Weltanschauungen entran ingredientes "cientí
ficos" más o menos intersubjetivos.
16.
La Metafísica como "sistema del universo con trascendencia" sería
una producción arcaica de la cultura
humana. El porvenir de la Filosofía sería el de los ingredientes
científicos de ella —si es que fuese cosa de seguir considerándolos como
filosóficos y no como científicos.
17.
Restricción: la ciencia no lo es todo; hay las razones del corazón, la religión, lo estético. Me parece
muy problemático que pervivan indefinidamente, ni siquiera a título de razones
del corazón, los ingredientes no científicos del sistema del universo con
trascendencia. En suma: ciencia, religión..., pero no
"Metafísica".
11-1-1955
NOTAS
1.
Los manuscritos originales se encuentran en el "Archivo José Gaos"
del Instituto de Investigaciones Filosóficas. 8 manuscrito "Nueva
monadología o Monadología de bolsillo", escrito por Gaos en un pequeño
cuadernillo, probablemente en 1959, corresponde a los folio»! 10160-10164. La
"Monadología ética”, escrito en cuatro hojas carta en el año 1963,
pertenece a los folios 15745-15748.
Por su parte, el "Escrito a pedid» de Granell", mecanuscrito en dos
hoja carta corregidas por propio puño del autor, data de 1955 y se refiere a
los folio» 5863-5864 del mismo archivo.
2.
Manuel Granell (1906, Oviedot España; 1993, Caracas, Venezuela). Perteneciente
a la generación de la primen guerra y contemporáneo de José Gaos es conocido
sobre todo por su excelente manual de Lógica (1949) y por sus trabajos sobre
ethología, La vecindad human (1969). N. del
E.
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