El
Circo
Por
Alberto Espinosa Orozco
Nada
vale hoy; no vale nada; todo es resumen,
representación, teatro, engaño, vana apariencia;
no
es la verdad lo que a los corazones entre fulgores llama,
es
el circo: nos hemos vuelto actores, siempre los mismos;
a
la palestra salimos, actuamos nuestro papel
afortunada
o desafortunadamente nos movemos,
peinados,
limpios, erguidos, bien vestidos;
cae
luego el telón cual la muerte fatal que nos acoge.
Eso
es todo: la función ha terminado para luego volver
a
comenzar en la ruleta: a leer nuestro papel de vuelta
con la propia voz dotamos de su
carne al espectáculo;
pedimos
poca cosa: en el camerino un espejo, tras bambalinas
un
beso, en el tablado la unión de los ritmos urdidos con el verso:
la
posesión de la figura que nos forma cayendo como un rayo
y
en las butacas sin fin el magro aplauso del público diverso:
el
gerente del teatro es el que gana: una mezcla de tigre con payaso.
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