La Leyenda de la Alacrana
Por Alberto Espinosa Orozco
“En otros tiempos cada hora nacía del vaho de mi aliento,
bailaba un instante sobre la punta de mi puñal
y desaparecía por la puerta
resplandeciente de mi espejito.”
Octavio
Paz
I
Inmemorialmente el alacrán ha
sido un símbolo de la diosa madre, la deidad que conmovida por el hambre de sus
hijos humanos se sacrifica haciéndose mutilar para luego dejar esparcir por el
campo sus miembros, regresando luego como cosecha de maíz y tabaco, símbolos de
alimento y de paz. Su imagen es así la del autosacrificio, pero también la de
la muerte y resurrección trasfigurada.
Su modelo arcaico hay que
buscarlo en las diosas Isthar, en la dupla Deméter-Perséfone, o en Cibeles,
pero sobre todo en la diosa egipcia Selkis. Tal arquetipo es propio de las
sociedades matriarcales y endogámicas, cuyo carácter agriamente arcaico pide
una sustitución del principio femenino por el masculino.
La diosa egipcia Selkis
efectivamente sobrevivió a la instauración del culto patriarcal, pero sólo a
título de guardiana del sarcófago del muerto. En los tiempos predinásticos (IV
milenio a. de C.) se representó a la diosa con su pareja, el dios Jerep Selk o
“aquel que va por delante de Selkis”, siendo su figura sin embargo del todo
secundaria. A Selkis, por el contrario, se le consideró siempre protagonista de
la creación siendo una divinidad suprema en su calidad de madre sacrificada.
Así, el simbolismo dl escorpión siempre fue entre los egipcios un atributo
divino de gran poder. La abundancia de escorpiones en el mundo egipcio, salvo
la especie acuática que es inocua, llevó a la invención de una serie de
fórmulas de protección mágica y conjuros de sanación contra su picadura –poder
invocador que todavía recogen alguna letanías en la actualidad, como la oración
a San Jorge en la región de Durango, mientras que en áfrica se evita pronunciar
su nombre o se lo designa sólo por alusión llamándolo “el aplastado”.
En el mismo orbe cultural
figura Isis con su séquito de siete escorpiones (probablemente siete eunucos),
los cuales tenían la facultad de concentrar su poder en uno sólo de ellos. Se
trata de la misma diosa madre que representa Selkis o el mismo rostro en su
aspecto a la vez rebelde, temible y creador (tal y como aparece en el pasaje de
la reina Vastí, de ejemplar belleza, esposa del rey Artajerjes, descrito en el Libro
de Ester). La constelación del Escorpión había así sido atribuida a
Isis, aunque más tarde iría a simbolizar el falo extraviado de Osiris, en clara
relación con el anterior poder femenino de la diosa. Selkis por su parte es
representada en la Puerta de Occidente, que es la puerta al otro mundo
identificada con la muerte por ser el horizonte por donde se pone el sol,
siendo la diosa madre el regente de ese punto cardinal. En la epigrafía de los
jeroglíficos egipcios el ideograma “Selk” (= Uahjá o Uhjá) significa así poder,
pero también fuerza y agilidad en el sentido de capacidad de supervivencia. El
mismo glifo se utiliza para expresar al capturador o cazador y es sinónimo de
duro. En otros contextos tiene en cambio la acepción de pescador o pesca u
hombre de mar, o bien de cortar, picar o partir.
II
Su significación sexual es la
del apetito insaciable, por lo cual se traba una enemistad y temor inconsciente
masculino por el poder de la diosa madre al ser percibido el sexo femenino como
abismo o como la boca de la madre devoradora, proyectándose entonces como una
deidad maléfica y terrible y relacionándose entonces con figuras tales como las
Ménades, las Furias, las Erinias, las amazonas o la Esfinge. Tal es el sentido
que toma el escorpión en el “Zodiaco Demoniaco” del mago renacentista John Dee,
quien lo relaciona con los demonios Barbel y Sepelor –punto en el que coincidieron
Cornelio Agripa y el Pseudo Paracelso en el
Sello de su Archidoxis Magicae. Así, el escorpión aparece como el emblema
del preado capital de la lujuria, siendo el aspecto más oscuro de la luna, que
los griegos atribuirían a la fase oscura de la diosa Hécate. .
En la especie del escorpión,
la hembra es sensiblemente más poderosa que el macho. Sus costumbres sexuales
así lo manifiestan, pues después de copular el macho debe huir a toda prisa
para que aquella no lo mate, cosa por otro lado que a menudo sucede. Sabemos
también que en situaciones extremas el alacrán se clava a sí mismo su aguijón
para autoinducirse un estado de letargo.
Por su parte los hebreos, al igual que
griegos y romanos, cultivan la funesta tradición de llamar “escorpiones” a los
instrumentos y azotes con que castigaban a los esclavos y criminales. Los
“escorpiones” eran una especie de látigos hechos de cuerdas y bolas de plomo.
Se conservan las palabras ominosas que el hijo de Salomón dijo al pueblo de
Israel: “Mi padre azotó con varas; yo lo haré con escorpiones”. Indicando con
ello que los aguijaría con el cruel dardo, azote que producía terribles dolores
y angustias. Se dice también que es el instrumento de trabajo del Escuálido
Espectro que vigila las puertas de diamante del Infierno.
Sus atributos son todos negativos según una
leyenda de Malí que dice:
“No soy un espíritu de los elementos,
ni tampoco un demonio, sino
el animal fatal para quien lo roza.
Tengo dos cuernos y una cola
que retuerzo en el aire. Mis cuernos
se llaman: el uno la violencia,
el nombre del otro es el odio.
El estilete de mi cola se llama
punzón de la venganza.
Doy a luz sólo una vez en la
vida:
la concepción, para los demás
signo de aumento es señal en mí
de inminente muerte.”
En efecto, en su aspecto nocturno el escorpión
encarna el espíritu belicoso, el humor maligno siempre embozado y dispuesto
pronto a matar –aunque en su aspecto diurno simboliza la abnegación y el
sacrificio maternos. Ambos montos, sin embargo, arrojan un balance más bien
negativo de la figura, pues sus crías, al desgarrar los flancos y comer las
entrañas de su misma madre salen a la luz cargados de violencia.
III
Algunos pueblos encuentran una
semejanza entre el clítoris y el alacrán, hallando su analogía entre el órgano
sexual femenino y el carácter orgulloso,
cruel e imposible de satisfacer de algunas mujeres que, a la manera fáustica,
no buscan el contentamiento, sino más poder. También el Zodiaco localiza el
signo de Escorpión en las regiones genitales.
Por último, hay que agregar
que muchas tradiciones folklóricas han visto en los gemelos una proyección del
escorpión, por estar dotados tener de ocho miembros al igual que los gemelos.
Sus ocho extremidades y dieciséis ojos, correspondientes a Isis y sus siete
vigilantes eunucos que aseguran una visión periférica amplia pero que por lo
mismo resulta en su conjunto borrosa, lo
convierten en un verdadero fósil
viviente para la zoología y una supervivencia del mundo matriarcal en sus
formas más arcaicas y beligerantes, por lo que está asociado a la vida nocturna del alma, pues el
alacrán brota del seno húmedo y oscuro de la tierra, del caldo espeso y
fermentado de la vida, cuyo sordo vapor helado enmohece los metales y viste de
musgo las rocas. El suave silbido de su canto sin intermitencias advierte, en la profundidad de su lamento, sobre
la amenaza que implica apenas rozarlo, pues se trata de un animal en extremo hirsuto y susceptible, que apunta su venenoso aguijón y lo descarga a quién lo toca.
Las hembras dejan vivir en su lomo a sus crías durante dos semanas para, luego de dejarlas libes, devorarlas si osan acercarse y volverse a ella, siendo ello un símbolo más de sus hábitos sexuales y de reproducción terroríficos Porque el arácnido anómalo a fin de cuentas no exterioriza su ira o su odio en expresiones corporales o de manera ruidosa, pues sabe bien que la cólera o el odios sólo se debe manifestar por actos, pues son sólo los animales de sangre fría los que tienen veneno.
Las hembras dejan vivir en su lomo a sus crías durante dos semanas para, luego de dejarlas libes, devorarlas si osan acercarse y volverse a ella, siendo ello un símbolo más de sus hábitos sexuales y de reproducción terroríficos Porque el arácnido anómalo a fin de cuentas no exterioriza su ira o su odio en expresiones corporales o de manera ruidosa, pues sabe bien que la cólera o el odios sólo se debe manifestar por actos, pues son sólo los animales de sangre fría los que tienen veneno.
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