Confesión
Por Alberto Espinos Orozco
Yo también, como tantos
y tantos de nosotros,/
había buscado en mis
desvelos la alegría/
en la copa envenenada
por la envidia,/
que en su fondo lleva
siempre la amargura/
en su vientre el
vértigo vacío de la angustia/
y en su cima una nieve
perpetua sin dulzura.//
Bebí la copa impura,
hasta el fondo, hasta la heces,/
en la noche del
tormento en que mi nave/
zarandeada por los
vientos y el oleaje/
encalló entre las
ciénagas del lodo.//
Mi rostro me acusó como
un espejo/
cuando en el lago a los
ojos volvió desfigurado/
por la tristeza que el
semblante reflejara/
dictando, entre las
turbias sombras de la noche,/
la sentencia fatal de
su reproche.
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