Carta de Recomendación a Guillermo Bravo Morán
Por David
Alfaro Siqueiros
La
Carta de 1971
“De los jóvenes pintores que concurrieron a
mi llamado para constituir y desarrollar el taller escuela de Cuernavaca,
destinado primordialmente a impulsar el arte público de nuestro país con la
experiencia de los 50 años de nuestro muralismo, el primero en asistir desde la
más lejana distancia, pues es nativo de Durango, fue Guillermo Bravo Morán. En
su indicada actitud ya había una manifiesta determinación de entrar en la
carrera del muralismo, que tuvo sus orígenes en México y para todo el mundo contemporáneo.
Esta actitud constituía ya en mi concepto una prueba manifiesta de su
inclinación por lo que yo siempre he considerado el arte mayor.
Ya en el desarrollo de la gran tarde sujeta
a los complejos problemas de penetrar en una tercera etapa del muralismo
nuestro en una vía que la obra tiene que despertar lo que yo considero como dos
etapas embrionarias, toda vez, que en ellas no se había penetrado en lo que es
implícitamente el muralismo, permaneciendo sus impulsores en el mundo estático,
esto es, en el problema aún inerte de la obra cuadrangular y no especial, que
es lo que en efecto determina el muralismo, es decir, la relación estrecha
entre los muros de una concavidad integral o de un volumen arquitectónico
integral en lo que respecta al exterior. Para mi ese anhelo de parte de un
joven artista muestra ya un talento superior, pues es común que los pintores
jóvenes se aterroricen ante la sola presencia de obras de verdadera magnitud y
en las cuales experiencias del cuadro de caballete apenas si se las pueden dar,
y que quedo corto, como un cinco por ciento de la problemática plástica, como
lo demuestra la cantidad de deserciones que se produjeron cuando el artista en
embrión se enfrentaba a la árida tarea de tener que realizar una obra bajo
normas ineludibles de su inevitable coordinador.
Ahora bien, Guillermo Bravo Morán, sin
desalentarse por la ineludible necesidad que tuvo mi empresa plástica de
reducir el número de los integrantes del equipo, en virtud de que el trabajo en
sus aspectos fundamentales había ya llegado a la culminación, permaneció en la
ciudad donde se encuentra el taller de referido y continuó trabajando su obra
personal con los principios y las normas generales del muralismo, aunque sin
desconocer que tal procedimiento solo le daba un campo en extremo reducido y por
demás árido para realizar su voluntad creadora y, después de un cierto periodo
de tiempo, ha retornado a mí para mostrarme las obras que ha realizado y en las
cuales evidentemente su talento para crear arte público, en espacios
infinitamente mayores y con problemas infinitamente más complejos, lo que
demuestra su capacidad en esta vía y, desde luego en todo lo que tiene que ver
con el arte de la pintura. Hay en ella novedad emocional y en los plásticos
preocupación por el color, sentimiento por las texturas y por todo ello, un
amplio camino y su desarrollo integral; en consecuencia la exposición se
presenta con el apoyo de las mejores galerías. No me cabe duda de que tendrá
éxito entre los hombres sencillos como en los conocedores amantes de las artes plásticas”.
David Alfaro
Siqueiros,
México, D.F., a 2 de Novimebre de 1971
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