La Estafa
Cultural
Por Nazario O
“Extienden la mano, pero esconden la cara.”
El Zohar
I
Pésimo
ambiente se vive en las instituciones de la comunidad cultural durangueña.
Malestar debido, entre otras cosas, a una maliciosa ideología en boga, que
flota en el aire pesadamente, y desde hace décadas, confundiendo el socialismo
con el autoconferido derecho a la infamia. Estética del peligro, consistente en
apostar por sí mismo, para obtener todo el poder que sea posible, tomando las
instituciones por asalto. Se trata, en efecto, ni más ni menos, que de la toma
del poder de acuerdo al más puro orden del egoísmo. Conocida doctrina y
conocida de sobra, que se ha vuelto un dolor de cabeza para todo el mundo, cuyo
sello es la insubordinación institucional, la rebeldía, la inconformidad y, por
supuesto, el chantaje social, que acarrea la denuncia, o la llana delación,
aderezadas con todo tipo de provocaciones que quepa imaginar. Y toda aquella
masa informe de irregularidades se hacen pasar por “crítica”, cuando no incluso
por “filosofía de izquierda”. Su objetivo sigue siendo el mismo: la usurpación
de los puestos directivos para “apropiarse” de la institución (labastidismo).
El
fenómeno tiene varias aristas ya resquebrajadas por el tiempo o adelgazadas
como un jabón por el uso: una de ellas es la bicefalia institucional,
perpetrada en oscuras instancias de la SEP, una especie de muñón, para
describirlo de alguna manera, inventado seguramente por el genio de algún
lerdo, que crece tan impune como improductivamente mediante la inoculación
institucional de disimulados agentes sediciosos, llamados "comisonados", “delegados” o algo
así, infiltrados en las instituciones
particulares, a manera de agentes dobles, sirviendo a intereses que vienen de
otros lugares y viciando el aire de la sana convivencia comunitaria. Vicio que
por Norma de la Federación ha quedado conjurado y subsanado, enviando a tales
“recomendados” de retache a sus originales puestos de trabajo, evitando por tanto
ese entorpecimiento sistemático de comandos, procedimientos y duplicidad de
puestos directivos, cuya clara intención sería la de sabotear, paralizar
actividades o simplemente de hacerle la vida pesada a quien puedan. En casos se
ha tenido que echar fuera hasta en cinco ocasiones al mismo agente, renuente a
abandonar su consolidada posición, contando con la colaboración de algún mando
medio arraigándolo, a fuerza de calzador y a fuego de artimañas, en el triste
rincón de un puesto operativo, en justa exhibición por el desacato a una norma
justa y de carácter nacional.
II
Pero
la cosa no para ahí, pues mediante engañosos libelos se ataca ahora a la
Directora del ICED, Socorro Soto Alanís, y lo hace un tan conocido como
infatuado economista profesional, un viejo Espartaco del infausto labastidismo
comunista, que dice representar a un modesto trio de tripas popular (economía
política), cobrando sumas anuales de seis dígitos, aparentemente a cuenta
propia, según informa un encargado en la citada institución, de las que ha dado
poca cuenta o ninguna a sus agremiados o a sus lectores, y que es asunto de justicia
transparentar del todo respecto a su monto exacto y destino final. Con la clara
intención de confundir a los incautos y llevar agua a su molino, el economista
en cuestión ataca y difama, ahora, a la Directora del ICED, echando por delate,
teatralmente, como es su dilecta costumbre, al gremio explotado que le toca
representar (el pueblo).
Mismo
personaje que, bajo el mando de Alberto Sarabia Castillón, saboteó abiertamente
un proyecto editorial del mismo ICED hace años, tres lustros ha, negándose a
realizar el trabajo encomendado, mientras que subrepticiamente se apoderaba de
otro programa, que le debió parecer más rentable como economista que es, ,
llamado “Bailando con la Polilla”, junto con su contlapache en turno de esa
época, cuyo nombre no viene ahora a cuento mencionar, violentado incluso verbal
y físicamente, soy testigo ocular de ello, al primer Director del ICED, el
mismísimo Don Héctor Palencia Alonso, a quien jalonaban de las solapas del
traje con fieros ademanes propios de primates o de desaforados, y todo ello
frente a la mirada cómplice de dos de aquellos "comisarios" encajados por la SEP -dando así al traste, a la postre, con el hermoso proyecto cultural original, que el Maestro Palencia levantaba en el hoy tan cuestionable espacio del JuanaVillalobos, prácticamente sin un centavo, por puro espíritu deportivo.
Pero si eso
fue antaño, hogaño el mismo sujeto del que se habla se ha declarado tan tácita
como públicamente “vedette” del espectáculo, y ansioso de figurar en la
palestra de la fama usurpa de lleno el micrófono teatral, afligiendo al
respetable sin ningún tipo de conmiseración, ya no con arengas socialistoides
en pro de las masas proletarias, sino con desvanecidas y lacrimosas lamentaciones
de rancheras, por un espacio de tiempo inusitado en cada una de las
presentaciones –asegurándose con ello el derecho a toda la manteca y a la gruesa
mordida, llamada coloquialmente “tajada del león”.
III
Por su
parte, el motín a bordo ha llegado a escalas de vértigo, recibiendo a tras mano
el que esto escribe, primero, carnadas bañadas en miel, bajo la forma de atractivas proposiciones salariales y de trabajo,
a condición de colaborar con un supuesto proyecto (“golpe de estado”) que se
fragua en las mismas oficinas del Palacio de Zambrano contra la actual Directora,
pues, por una erupción de inconformes ambiciosos, deseosos de tomar, y cuanto
antes, la batuta de la citada institución cultural, tocados por el dedo de
quien sabe quién, que los capacitaría para tan magnífica pretensión –presión institucional que la poeta no
resistiría ni dos años, a dicho del equívoco cabalista Gómez, subiendo la
fiebre de la olla exprés adoctrinando para ello a los “trabajadores” en el
descontento, según confiesa, entre dientes y con gesto descompuesto, la artista Herminia.
Tal cáncer
se ha extendido, después, a lo largo y ancho de las ambiciones pueblerinas,
esparciéndose ese mal, esa estética peligrosa de la inconformidad y del
“control total”, peor que si se tratara de la fiebre homosexual o de la peste
del ateísmo, inundándolo todo con el velo gris de la parálisis y el espantoso estigma
de la estrechez provinciana falta de miras.
Pero todo
ello no para ahí, que va, ni mucho menos, sino que dedicados a comprar
conciencias y a fraguar crímenes del fuero común, como es la figura del robo
domiciliario, implicando a propios y a extraños, el oscuro grupo de sediciosos se
ha dedicado también a mentir sin rubor e inconscientemente a los cuatro
vientos, borrachos de maledicencia, levantando torpes campañas de desprestigio,
instrumentadas por rancios agentes de la corrupción oficial, tintos de
estupefacientes y trufando su lenguaje de proyecciones culpígenas del
subconsciente -que algún día, al grito destemplado de "somos muchos", reventaran por las vísceras, como los sapos, por
su ácido humor amargo y por sus viscosos afanes consuetudinarios, reduplicados
en su doblez existencialista, elevada a cubica potencia desplegada sobre un
delirante y ya desenfrenado circo de tres pistas. Más allá de la difamación, la
deformación de los hechos, del chismorreo churumbelesco, de la mentira y el cansino
chantaje, ahora intentan provocar, ya por medio de la acción directa,
agrediendo a manotazo franco incluso, entre estentóreas amenazas y muecas enfermizas, a
las puertas mismas de la multicitada institución, al alegre viandante.
IV
Y
a todas esas abigarradas anomalías del arte dadaista y aberraciones éticas de irredentos incrédulos, botones de muestra de
la estafa cultural contemporánea en la región, los tales, bufones ventrudos, llaman, entre mortales
estertores de agonía,
Revolución… ah, pero eso sí, Revolución… Institucional (rentable, se entiende, con cargo a nómina). Su nombre en realidad,
dicho en buen romance, es otro: corrupción moral, ocultamiento de la verdad,
pactos inconfesables con el poder y persecución de la palabra.
Durango, 13 de junio del 2018
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