La Verdadera Historia
de Valentín de la Sierra
Por Alberto Espinosa
Orozco
El Corrido Cristero “Las Mañanitas de Valentín”, según nos advierte el
historiador francés Jean Meyer, es de origen incierto y discutible. En la
historia de los Cristeros nadie da cuenta de Valentín, de de donde operó, ni de
su lugar en las fuerzas cristeras. Sin embargo, el popular corrido lo recuerda,
quedando su nombre grabado en la cultura vernácula. Gracias a ello, el escritor
durangueño Antonio Estrada, hijo del jefe cristero Florencio Estrada, logró
reconstruir en los 60´s parte de su historia, en un ensayo titulado “Valentín
de la Sierra”.[1]
El corrido narra el final de la historia y fatal desenlace de Valentín
Ávila Ramírez, quien fuera un héroe popular que murió por la causa Cristera.
Valentín era oriundo del pueblo de San Cayetano, cerca de Huejuquilla y del
rancho de los Landa, en el norte de Jalisco, lindante con Zacatecas, a 229
kilómetros de la ciudad de Guadalajara, Jalisco. Región donde nace la Sierra
Madre Occidental, y de donde le vino el mote de Valentín de la Sierra.
Gracias a nuevos documentos, especialmente el de Jesús de la Torre,
podemos ahora reconstruir su historia.[2]
Su verdadero nombre fue Valentín Ávila Ramírez, hijo de don Basilio Ávila y
doña Ugenia Ramírez, de Rancho Viejo. A don Basilio lo mataron en San Diego,
cayendo a manos de los villistas Justo Ávila y Baltasar Torres, quienes lo
despojaron de todas sus vacas, dejando a su familia sin nada. Eso sucedió
cuando sus dos hijos, Valentín y Andrés, ya eran unos muchachos.
Valentín Ávila Ramírez nació en 1898, mordiéndole dos años al siglo
anterior, y en 1926 lo mataron las fuerzas Federales, por lo que tendría unos
28 años de edad cuando fue ejecutado. Más bien blanco, de ojos medio verdes, nada
mal parecido. Muy liviano, muy fuerte y muy de pleito, que quitaba pistolas
nada más con el puro machete. Buen jinete y bueno para las armas. Bien
parecido, muy de a caballo, con sombrero grande de zayate, que no admitía
competencia ni con el machete ni con las mujeres.
En el año de 1914 Valentín y Andrés, de 16 y 15 años, se habían enrolado
con Santos Bañuelos, dándose de alta en Valparaíso, a donde el revolucionario
había llegado con Pánfilo Natera para hacer frente a los “Colorados” de Pascual
Orozco.[3]
En 1916 hubo varias escaramuzas, distinguiéndose Valentín por ser muy
atrabancado, por lo que se ganó el aprecio de Bañuelos –como cuando en el
Rodeo, cerca de Peñón Blanco, el matón del general Tomás Domínguez y José María Castro
intentaron asesinar a Natera cuando éste fue ofrecerle el indulto a Santos
Bañuelos por seguir con los villistas, quien se rehusó. En otra ocasión, en la
Puerta del Chacuaco, hubo una refriega con los carrancistas, matándole a su
caballo y de la que escapó de milagro. Valentín rodó hasta allá, yendo a dar a una
nopalera, detrás de la que se escondió. Cuando se levantó, arrastrando una
pata, recogió su sombrero apachurrado, mirando asustado como había quedado toda
la nopalera bien agujerada. Tiempo después, cuando Bañuelos se acuarteló en la
Hacienda de San Antonio de Padua, Basilio Ávila, preocupado, fue y le pidió a
sus hijos, yendo a vivir con su familia por La Purísima, por el mismo rumbo
donde más tarde caería el mismo Bañuelos.
Cuando Huejuquilla fue atacado por los Federales faldillones, Valparaíso
prestó auxilio de 100 hombres, entre los cuales iban Valentín y Andrés. Entre
la quemazón de casas Andrés y Valentín, a la entrada del Valle, alcanzaron a
una vieja querida de Baltasar Torres, y haciéndole garras las naguas le encontraron
una “víbora” entre las pretinas, repleta de monedas de oro, por lo que poco
después Valentín lucía una silla, un caballo y una pistola nueva.
En otra ocasión Trinidad Caldera invitó a corretear lobos a la rancherada
de a caballo de Huejuquilla, de San Juan Capistrano, de San Antonio. Cuando
algunos de ellos volvían a Rancho Viejo, el muchacho Crecenciano, hijo de
Emigdio Falcón, descubrió que Santos de la Paz, de Pino, de la defensa,
bragado, grandote, de ojos gachos, le había robado una soga, por lo que
Crecenciano se la pidió, negándose Santos de la Paz a devolvérsela con malas
razones. Por lo que el muchacho, le empalmó el caballo y sin más ni más le
aventó tres balazos, saliendo a galope a toda prisa. Valentín lo persiguió a
todo galope, mientras que Falcón le vació el resto de la pistola agujerándole
el sombrero. Valentín lo alcanzó, le quitó la pistola y no lo soltó hasta
entregarlo.
Insuperable con el machete, Valentín acuñó fama en la región como
valentón de baile. Por su afán de imponerse
en las fiestas, con las novias y con los músicos. Su diversión, en efecto, era
bailar con las novias en las bodas. Así sucedió en la Hacienda de la Peña con
la novia de Rafael Navarrete, quien peleó a machetazos con Valentín, quien le
dio con un leñazo, a lo que Inés Navarrete respondió saliendo al quite,
haciendo brincar a Valentín como venado. Luego de la corredera y a pesar de la
advertencia de Guadalupe Simental de que no se volviera a meter al baile, se
metió de nuevo bailando “Los Machetes”, con dos cuchillos que hacía sonar por
debajo de las piernas y bailando alrededor de la lumbre, como poseído por el
diablo. Por lo que lo dejaron solo, bailando, pues no dejaba gustar bonito. En
otra ocasión acabó con un baile porque los músicos no tocaban las de él,
encerró a los duelos de la fiesta en un jacal, y se fue con los músicos por su
cuenta bailando solo.
Un año después del año del hambre, en 1917, Valentín se casó. Pero no
daba traza. De cuando en cuando visitaba a la pobre mujer, llevándole un envoltorio
con galletas de animalitos. En otra ocasión la esposa le preguntó a Valentín
que fue de aquella cobija que le vio de dos vistas; él le dijo que se la había
dado a la otra, para que durmiera calientita. Por lo que la mujer se hartó, un
día sacó sus triques y se fue a Colotlán, para no volverse a ver, dejando a sus
dos hijos al cuidado de su hermana.
El pleito en el baile de los Ruices, de Guadalupe, en el Rancho Las
Cruces, sin embargo, suscitó un encono que terminaría en tragedia. El lío se armó
cuando alguien le tiró una pedrada a Andrés, quien se agacho y le dio a otro.
Pancho Ruiz, chaparrito, enfrentó con una daga a Valentín, quien se le aventó
encima, le quitó la daga y le metió unos piquetitos en la espalda. No sin antes
recibir un arañazo, que le dejó una cicatriz en la cara. Los Ávila se
encontraron otra vez con los Ruices en otro baile, por el Cedro. Ya se iban,
pero se devolvieron, Andrés sacó la pistola, pero Pancho de un balazo le quebró
el brazo izquierdo y le dio otro en la pierna. Andrés tuvo tiempo de apuntar la
suya, dándole un balazo a Pancho Ruiz en un ojo, quien cayó redondito para
atrás, con los brazos abiertos. Entonces se acercó Pio Ruiz y remató a Andrés
Ávila con una 30-30. A Valentín se le vio después de aquello vagando solo y muy
callado. Eso fue por el año de 1924, un año antes del año del diluvio.
Eso por una parte; por la otra, cuando andaba en su juicio era muy
servicioso y casi no tomaba, y muy respetuoso de la gente mayor, pues se
arrodillaba ante su padrino, un viejo que era muy pobre, y le besaba la mano.
Se dice que él hacia cosas para hacerse notar, tropelías, porque quería que le
compusieran un corrido. Hombre de carácter arrebatado y cabecilla de segundo
orden en la defensa cristera, que sin embargo logró, finalmente, cumplir con
aquel deseo.
El 26 de agosto de 1926 empezó la revolución Cristera cuando llegó a
Huejuquilla Pedro Quintanar con 100 hombres de Sombrerete, de Peñitas, de Peña
Blanca y del Valle, y con ellos se enroló Valentín, ya para entonces sentido,
malquistado con el gobierno por pendientes con la justicia. Ese mismo domingo
cayó la Federación, los callistas, que corrieron, porque casi todo el pueblo
les hiso resistencia. Eulogio Ortiz, jefe de la zona militar de Zacatecas,
quiso cobrarse el desquite y llegó al pueblo con 600 hombres. El jueves 2 de
septiembre Valentín salió solo a buscar unas vaquillas por el Arroyo del
Fresno, armado, cuando para su mala suerte se topó con los agraristas del Valle
de Valparaíso, quienes luego luego se le echaron encima. Se confió, y les dijo
que quería darse de alta en el gobierno, sintiéndose reforzado por sus amigos
agraristas del Valle, Epigmenio Talamantes y los hermanos José Pedro y Chon
Salas, a quienes hacia poco les había regalado un caballo. Estuvo detenido con
los de la Federación por la calle de abajo, y estuvo tres o cuatro días con
ellos. Epigmenio Talamantes lo reconoció, montado en un caballo alazán y de
calzón blanco. Los jefes del ejército iban a comer a la fonda de Doña Perfecta,
que estaba en contra de los cristeros, por lo que denunció a Valentín,
diciéndoles que andaba con Pedro Quintanar. Entonces ya no hubo remedio. Lo
interrogaron, resultando que Valentín
dirigía a unos 15 Cristeros en un área muy reducida del norte de Jalisco. In
extremis, Valentín les dijo que les juntaba gente de la Hacienda de los Landa,
a sus amigos Candelario, Amado, Faustino y Heriberto Reséndez, a quienes
apodaban “Los Ratones”.
Apareció después montado a pelo en un macho, amarrado de las manos. El
coronel Pablo Ortiz tenía órdenes de que lo matara por el camino, pero él no
quería matarlo. Por Milpillas lo mandó a traer agua, dándole el chance de que
se pelara. Pero Valentín estaba muy seguro de que lo admitirían en el Ejército.
Los primeros días de septiembre de ese año lo colgaron de un árbol en la
Hacienda del Refugio, en Milpillas de la Sierra. Cuando el general cristero
Jesús Pineda pasaba por ahí lo reconoció. Al estarlo sepultando cayó tremenda
tormenta, por lo que la fosa quedó ahí abandonada, llena de agua. Las mujeres
de la región lo tenían por un mártir, llevándole flores, adornos y veladoras,
porque decían que hacia milagros. Solo cabe
agregar aquí que el poblado de Huejuquilla el Alto, Jalisco, es famoso por
haberse dado ahí el primer combate de la Guerra Cristera.[4]
“Las Mañanitas de
Valentín”
Voy a cantar unos
versos
de un amigo de mi
tierra,
del valiente Valentín
que fue
"afusilado"
y colgado en la sierra.
Ni me quisiera acordar
si era una tarde de
invierno,
cuando por su mala
suerte
cayó Valentín
en manos del gobierno.
En el arroyo del Fresno
con Valentín se
encontraron
los agraristas del
Valle,
le hicieron preguntas
y se lo llevaron.
Se fueron pa'
Huejuquilla
en..... lo encontraron;
el pobre de Valentín
se encontraba triste,
muy desconsolado.
Se fueron para una
fonda
todos juntos a comer,
todo el Estado Mayor,
Epigmenio, Chon Salas,
Valentín también.
Se sentaron en la mesa
juntos con el general,
una vieja lo entregó
que era de la gente
de ese Quintanar.
Le preguntó el general:
-¿Cuánta es la gente
que mandas?
-La gente está
afortinada,
son quince soldados
del rancho de los
Landa.
Le preguntó el general
cuánta era la compañía:
-Son ochocientos
soldados
que trae por la sierra
Mariano Mejía.
El general le decía:
-Valentín di la verdad,
mira que si tú me dices
te doy dos mil pesos
y tu libertad.
El general le decía:
-Yo te concedo el
indulto,
pero me vas a decir
¿Dónde está el curato
y la casa de Justo?
Le contestó Valentín:
-Eso no puedo decir,
prefiero el que me
maten,
yo por un amigo
prefiero morir.
Lo llevan para la
sierra
a hacerle la ejecución;
-Ya me voy con los del
Valle
adiós mis amigos,
adiós ya me voy.
Antes de subir al cerro
Valentín quiso llorar:
-Madre mía de
Guadalupe,
por tu religión
me van a matar.
Al llegar al Charco
Largo
le vuelven a preguntar:
-¿Quiénes son los
levantados
de Higinio Madera
y Pedro Quintanar?
Del pobre de Valentín
un capitán se dolió
lo montaron en un macho
y en él lo llevaron
a donde murió.
Muévase este Valentín:
-¡Válgame Dios ahora
qué hago!
-Le contestó este Chon
Salas:
-Si te quieres ir,
ahí está mi caballo.
Le pusieron una cruz
pa' no perderlo de
vista,
para tener un recuerdo,
queridos amigos
de los agraristas.
Vuela, vuela palomita
de la torre hasta el
fortín;
aquí se acaban cantando
versos de Chon Salas
y de Valentín.[5]
Don Luis Domínguez cantó con su arpa, durante
más de dos décadas, de entre los 70´s y los 90´s, todo tipo de corridos, especialmente
los dedicados a los Cristeros de la región, en la esquina formada por 5 de Febrero y Constitución, en la Ciudad de Durango.
Acompañado por su voz y las melodías emitidas por su instrumento al pulsar de
sus cuerdas, el músico tradicional mantuvo así fresca la memoria entre los
durangueños de los héroes populares locales, como Valentín de la Sierra,
Trinidad Mora y Florencio Estrada. Un significativo cuadro expresionista,
realizado en tonos fríos y dorados, del también cantante y pintor Armando
Blancarte, retiene artísticamente su imagen para la posteridad. En lo que es
hoy la “Plaza Fundadores”, un moderno obelisco montado sobre una gran piedra
calcárea, también los recuerda.
[1] Antonio Estrada. Narrativa
Póstuma. Ed. ICED, CONACULTA. Durango 2011. 293 págs.
[2] La verdadera historia de Valentín de la Sierra es narrada por un amigo
suyo que luego se casó con su hermana, recopilada por Jesús de la Torre en el
trabajo “Mito y Realidad de un amigo de mi tierra”, compilado en el libro de
Jesús de la Torre y Manuel Caldera Pueblos del Viento Norte .
Secretaría de Cultura de Jalisco, 1994. Introducción de Luis Salazar Godoy y
Prólogo de Jean Meyer. Pág. 96 y siguientes. De los mismos autores hay otro
libro: Pláticas de mi pueblo. Ed. Ágata. Guadalajara, Jalisco, 1991. Ver
también: Francisco Segovia, “Campesinos:
la voz sepultada”. Revista Fractal #2. Julio-Septiembre de 1996. Año I, Volumen
I.
[3] Pascual Orozco se levantó en el Norte, encabezando a un grupo de
insurgentes denominados los “Colorados”. A ellos se les sumó Benjamín Argumedo
Hernández, sastre y domador de caballos, quien se levantó en la comunidad de
“El Gatuño”, seguido por el tendero de Matamoros Juan Livias. Dos hombres
audaces que estaban al frente de 50 bandas poco organizadas, con 20 hombres por
cuadrilla. En la Laguna, intentaron tomar Gómez Palacio el 20 de noviembre de
1910, siendo perseguidos y refugiándose en la sierra. Para el 20 de noviembre
fueron reforzados por Jesús Agustín Castro, Orestes Pereyra, Gregorio García y
Juan Pedro Estrada Lozano.
[4] Huejuquilla se encuentra en los límites de los estados de Jalisco y
Zacatecas, justamente donde inicia la cordillera de la Sierra Madre Occidental.
El nombre es un diminutivo de Huexutla, siendo su nombre primitivo nahua Huexuquillán, que significa lugar de los
sauces o los sauces de la sauceda. Sus primeros pobladores fueron indios coras
y huicholes que estaban bajo el señorío de Colotlán. El primer español en dar
referencia del pueblo fue el fundador de Zacatecas, Cristóbal de Oñate, en
1548, y la fundación española del pueblo se llevó a cabo el 23 de marzo de
1573, dándose el mestizaje o la mezcla de ambas culturas. En 1833 se le
concedió el título de Villa. Fue famoso por la Hacienda de San Antonio de
Padua, que hoy en día es un muladar. Es reconocido a nivel internacional por la
siembra de orégano, el mejor del mundo, azafrán y xoconoxtle. Otro corrido de
la región muy conocido es el de la “Toma de Huejuquilla”, que narra la historia
de la toma del pueblo por Miguel Romero, Jesús Madera y Justo Jaime –donde
figuran también las siluetas de Cheche Campos, Felix, Benjamín Argumedo y
Santos Bañuelos.
[5] Ver Antonio Avitia Hernández, Corrido Histórico Mexicano. Voy a
Cantarles la Historia (1810-1910). Tomo I. Editorial
Porrúa. Colección Sepan Cuantos… México, 1997. 289. Pp.
Terminándola de ver 22/10/2017 10:34 pm noche barranca huentitan
ResponderEliminarfelicidades ...exelente trabajo, los datos y la letra original del corrido son muy atinados, ya que la version de tony aguilar es muy corta, saludos y gracias por esta valiosa informacion...
ResponderEliminarExelente historia este corrido lo se de memoria ahunque claro este q es el orijinal...muchas gracias
ResponderEliminarmuy orgulloso de estos temas tan importantes para la sociedad mexicana
ResponderEliminarExcelente crónica, amigo Alberto. Es esto -realmente- cronología histórica. Expresa el folclor mexicano que acusan sus películas. Esto refleja la idiosincrasia de este gran país.
ResponderEliminar¡Buena crónica y datos! Mariano Mejía Sonora, conocido como El Indio Mariano (Por decencia Mestiza). Llego ha vivir sus últimos días a Comala, Colima, México. Donde su única hija (Emilia Mejía Fuentes y único hijo (Salvador Mejía Fuentes), terminaron sus dias.
ResponderEliminarProud to be a descendent of Huejuquilla el Alto. Garcia, Caldera and Pacheco surnames.
ResponderEliminarMuy buena información,arriba zacatecas
ResponderEliminarQue lindo corrido. Pero la historia no demuestra que valentin sra digno de este elogio. Pero los pueblos necesitan heroes, aunque hubiese sido valentín.
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