El
Monumento Porfirista Hemiciclo a Juárez
Por
Alberto Espinosa Orozco
I
Uno de los grandes monumentos
arquitectónicos del Porfiriato es el Hemiciclo a Benito Juárez García, situado
sobre la Alameda Central, frente al Ex Templo de Corpus Cristi, sobe la calle
de Juárez, en pleno centro de la Ciudad de México. Fue restaurado en el año
de 1973 y luego, nuevamente en el año de 2012, en un trabajo de ocho meses,
pulido a mano por 60 trabajadores al frente de la arquitecto Jimena Ramírez y
del Maestro de Obras Don Luis Díaz. La última restauración se llevó a cabo en
este año del 2016, con procedimientos modernos de tecnología de punta,
misteriosos contratos y resultados lamentables.
Los errores tuvieron su origen en las urgencias por dejar “limpio” el
monumento para la ceremonia que realizaría Enrique Peña Nieto el 21 de marzo
pasado en el sitio, con motivo del 210 aniversario del natalicio de Benito
Juárez, que finalmente se hizo en Palacio Nacional. Y en segundo lugar, por no
haber elegido para los trabajos a especialistas en la restauración de bienes
muebles, El gobierno de la
Ciudad de México a la empresa Megarquitectos, S.A. de C.V., dirigida por el
arquitecto Gabriel Mérigo Basurto, reconocido en el ámbito académico y de la
arquitectura pero no en el de la restauración de bienes muebles. Los pésimos resultados
se evidencian en las diferencias de color, que van del blanco liso, sin las
vetas características del mármol, por el empleo de pintura, hasta el
amarillento que tomó la famosa piedra de Carrara por la utilización de
sustancias no adecuadas. Las fotografías proporcionadas como primicia por el destacado restaurador
Miguel Ángel Silva Haro a la Red Social “El Caballito de Batalla” no dejan
lugar a dudas de la fallida intervención, pues se ven también escurrimientos de
material mal aplicado.
Fotografías de Miguel Ángel Silva Har
. El Hemiciclo a Juárez, se encuentra muy
cerca del Palacio de Bellas Artes, ocupando el lugar que hubiera ocupado el
famoso Kiosco Morisco de Ramón Ibarrola, el cual servía para clamar los
ganadores de la lotería nacional y que fue trasladado en 1914 al parque central
del barrio de Santa María la Rivera. Se trata de un imponente monumento
realizado en mármol de Carrara, de orden neoclásico, en memoria del político
liberal y republicano Don Benito Juárez García (San Pablo Guelatao, Oaxaca, 21
de marzo de 1806 – Ciudad de México, 18 de julio de 1872). Juárez, dominó en la
escena política por más de 14 años y fue presidente de México en varias
ocasiones, entre 1857 y 1872.
II
El licenciado Benito Pablo Juárez García murió
el 18 de julio de de 1872 en Palacio Nacional, siendo presidente en activo,
puesto que ostentó por 14 años. La última reelección como presidente la obtuvo
un año antes, en 1871, ganado con 5 873 votos, por arriba de Porfirio Díaz, con
3 555, y Sebastián Lerdo de Tejada, con 2874 –recibiendo en ese lapso muchas
críticas, incluso de sus correligionarios, por prolongarse tanto tiempo en el
poder, deprimido asimismo por la muerte de su esposa. Porfirio Díaz se
inconformó en Oaxaca mediante el “Palan de la Noria”, en el que se desconocía
el triunfo Juárez y se le acusaba de dictador. En el último libro que leyó,
sobre un emperador romano que retuvo el poder por 20 años, Trajano a Roma, Juárez dejó
una confusa nota escrita, a manera de exculpación, movido por los insufribles remordimientos
de conciencia, que decía: “Cuando la
sociedad está amenazada por la guerra, la dictadura o la centralización del
poder pueden ser un remedio para aquellos que atentan contra las instituciones,
la libertad o la paz”.
Moría con ello el más ilustre presidente
mexicano que hubiese pertenecido a la masonería, en la que se inició en la
temprana fecha de 1827, a los 21 años de edad, según el rito yorquino, de acuerdo
al historiador Salvador Borrego, teniendo como pseudónimo el de “Guillermo
Tell”. Como masón distinguido celebró en 1847 su entrada al rito nacional
mexicano, acordado con rito escocés, amparado por el vicepresidente de la
república Valentín Gómez Farías, a cuyo grupo pertenecían Manuel Crescencio
Herrejón y Miguel Lerdo de Tejada. La mazonería internacional de Francia y
España lo reconoció en 1871 como miembro honorario. Entre los masones que han
dirigido el rumbo de la patria pueden contarse a: Agustín de Iturbide,
Guadalupe Victoria, Guadalupe Gómez Pedraza, Vicente Guerrero, Valentín Gómez
Farías, el mismo Benito Juárez, Melchor Ocampo, Sebastián Lerdo de Tejada,
Porfirio Díaz, Ignacio Manuel Altamirano, Ignacio Madero, Álvaro Obregón,
Plutarco Elías Calles, Emilio Portes Gil, pascual Ortiz Rubio, Abelardo L.
Rodríguez, Lázaro Cárdenas del Río, Miguel Alemán Valdez y Adolfo López Mateos,
entre muchos otros.
En sus
horas finales Juárez fue atendido por tres médicos: Higinio Alvarado, quien le
arrojó agua hirviendo en el pecho para controlar el ataque de calambres y la
baja presión, y al que luego se sumaron los doctores Gabino Barreda y Rafael
Lucio. Tuvo tiempo para confesar que el Padre Salvatierra fue el mejor hombre
que conoció en su vida, cuando era apenas un niño. Expiro por angina de pecho
ya entrada la noche del mismo 18 de julio a las 23: 35 horas.
Las reliquias mortales de Benito Juárez descansan
en el Panteón de San Fernando, junto con los de su esposa Margarita Eustaquia
Maza Prada de Juárez (1826, Oaxaca –muerta en 1871, a los 44 años de edad), y
las cenizas de cinco de los 12 hijos que tuvieron, muertos de pequeños (María
Guadalupe, Amada, Francisca, José María, Antonio y María Luisa), dos de ellos
en su paso por Nueva York, donde vivió precariamente con sus hijos, entre ellos
las gemelas María de Jesús y Josefa, y su yerno Pedro Santacillia. La hija
adoptiva de Antonio Maza y petra Parada murió de cáncer en su casa de campo de
San Cosme, siendo sepultada junto a las cenizas de sus hijos, hijas y nietos
muertos años atrás.
El Panteón de San Fernando fue fundado a finales del Siglo XVIII para inhumar a los frailes del Colegio de San Fernando, a los benefactores de la Iglesia y a los miembros de las cofradías. Se remodeló en 1832 y fue abierto en 1833 durante la epidemia de cólera. Dado que era un camposanto pequeño, limpio, ordenado y hermoso, pronto fue elegido por las elites política, social y cultural del país como lugar de reposo para sus difuntos. Propiedad de los padres Fernandinos, quienes reclamaban altos costos por las inhumaciones, pronto el cementerio albergó a las más conspicuas personalidades fallecidas del siglo XIX, especialmente a políticos, gobernantes, militares y personalidades seculares. Por un decreto de Benito Juárez de 1859 cesó la intervención del clero en los cementerios, pero también en las inhumaciones en las iglesias y bóvedas de los monasterios, quedando todos sujetos a la intervención de la autoridad civil. En 1861 el gobierno comenzó a administrarlo, declarándolo panteón de los Hombres Ilustres de la Ciudad de México, contándose entre sus inquilinos el Lic. Francisco Zarco Mateos, rescatado de una casa donde lo tenían en exhibición momificado, Ignacio Comomfort, Ignacio Zaragoza, Mariano Riva Palacio, Vicente Guerrero, en ministro de hacienda Miguel Lerdo de Tejada, Santiago Xicoténcatl, pero también los monárquicos Tomás Mejía y Miguel Miramón, por cuyo difícil descanso fue mejor trasladado posteriormente a la Catedral de Puebla.
Entre los artistas
puede mencionarse al dibujante y litógrafo Constantino Escalante, al pintor
Joaquín Ramírez y al compositor Francisco González Bocanegra –cuyos restos
fueron luego trasladados a la Rotonda de los Hombres Ilustres.
Una década más tarde, en 1871, fue el ilustre
cementerio en poder del gobierno definitivamente clausurado, así como otros
cementerios que estaban dentro de los límites de la ciudad, como el de San
Antonio de las Huertas y el de Santa Paula. El último inquilino que entró al
panteón fue el cadáver de Benito Juárez, el 23 de julio de 1872, cerrando
entonces el campo de San Fernando con broche liberal y republicano,
definitivamente, sus puertas -campo ya no tan santo sino laico, por la
excomunión que pesaba sobre Benito Juárez declarada por el Papa Pío IX.
Se levantó en el Panteón de los Hombres
Ilustres de San Fernando un magnífico monumento funerario, por órdenes de
Porfirio Díaz, realizado por los hermanos Juan y Manuel Islas, en un sólido
bloque de mármol de Carrara, inaugurado en 1880, en el 8º aniversario luctuoso
del benemérito. En efecto, después de
morir Benito Juárez el Congreso de la Unión aprobó un gasto de 10,000 para un
monumento para él y su esposa Margarita en el panteón de San Fernando, el nuevo
presidente Sebastián Lerdo de Tejada lo debería tener listo el 12 de Julio de
1874 para conmemorar el segundo año de su muerte, sin embargo no se
pudieron poner de acuerdo en la forma
del monumento. Y así no fue sino hasta
que en 1876 Porfirio Díaz, arrebatando la presidencia a Sebastián Lerdo
de Tejada, inicia sus mandatos de gobierno y en el año de 1880 se encargo de
financiar y supervisar el monumento que existe en el panteón de San Fernando,
que resultó muy bello, colocado al centro del un minúsculo panteón lateral
junto al templo de ese nombre, que se encuentra en la Colonia Guerrero.
El Monumento Funerario a Benito Juárez consta
de 16 columnas griegas con un techo inclinado, estilo Partenón, con la cita: “El respeto al derecho ajeno es la paz”.
En el enorme nicho central aparece, tallada en mármol de un solo bloque, la
figura yacente de Juárez sostenido por una figura femenina, que es una alegoría
de la Patria, en una imagen postal no carente de grandeza y ni de romántica
emotividad.
En el año de 1900 se comenzó con la construcción
monumental del Panteón Nacional, a espaldas del Panteón de San Fernando, en la
actual calle de Héroes, el cual no se finalizó por errores de cimentación y
planeación, quedando la obra definitivamente cancelada al estallar la
Revolución Mexicana.
En 1927 apareció una misteriosa placa sobre una lápida alusiva a la bailarina Isadora Duncan, perfectamente apócrifa, manada hacer por el presidente Plutarco Elías Calles. En el año de 2006 se convirtió en el Museo Panteón de San Fernando.
En 1927 apareció una misteriosa placa sobre una lápida alusiva a la bailarina Isadora Duncan, perfectamente apócrifa, manada hacer por el presidente Plutarco Elías Calles. En el año de 2006 se convirtió en el Museo Panteón de San Fernando.
III
Otro monumento a Benito Juárez que hay que
mencionar aquí Miguel Noreña el Monumento a Benito Juárez García de 1891,
figura sedente que fue vaciada en bronce tomando como material los cañones
arrebatados a los enemigos de la República, los que se fundieron para tal propósito,
la cual se encuentra en el ala norte del
Patio Mariano de Palacio Nacional.
Quince años después del deceso del
Benemérito, en 1890 Porfirio Díaz organizó una serie de actos para recordar la
figura del ilustre oaxaqueño: develó una placa conmemorativa en la habitación
donde Juárez falleciera y, en encargó a Miguel Noreña la realización de una
estatua cuyo bronce se obtuvo después de fundir piezas de artillería que el
ejército conservador de Miguel Miramón utilizó en las Batallas de Silao y Calpulalpan,
el 22 de diciembre de 1860, victoria que dio el triunfo a los liberales en la
Guerra de Reforma, , así como balas disparadas por los franceses en el Sitio de
Puebla en el sitio de 1863.
En tiempos de Maximiliano, el espacio que
ocupaba su casa había servido de habitación al intendente del palacio imperial.
La familia Juárez-Maza al fin reunida, vivió en aquel lugar los momentos de
mayor intimidad doméstica, disfrutando por fin de la paz que Juárez había
logrado para toda la nación. La muerte de Margarita Maza de Juárez el 2 de
enero de 1871 ensombreció el ambiente e hizo que la entereza del presidente
decayera. Un año y medio después, el 18 de julio de 1872, Benito Juárez
fallecía en la que había sido su habitación conyugal, en la casa de su familia
que se convertiría, años después, en el recinto de homenaje a su memoria.
Después de la desaparición del presidente, los Juárez-Maza abandonaron el
Palacio Nacional para ir a vivir a la calle de Tiburcio 18 (hoy segunda de
Uruguay) bajo la protección de Pedro Santacilia, esposo de Manuela, hija mayor
del Benemérito.
Desde
el 18 de julio de 1957 el Palacio Nacional consagra uno de sus espacios al
Recinto a Benito Juárez, donde en siete salas se encuentran en exhibición los
objetos personales donados por sus descendientes y parte del acervo que
conforma la colección.[1] Durante
el siglo XIX era común la reunión de familias y amigos en los salones de las
casas de clase media. Las crónicas de la época nos relatan el gusto por la
tertulia. En la ambientación del Salón Familiar se recrea un espacio con el
menaje característico de la época. Preside un retrato al óleo de doña Margarita
Maza, atribuido a José Escudero y Espronceda. La Recámara es el espacio
culminante del recinto, por ser el lugar en donde falleció don Benito Juárez.
Su cama de latón, coronada con el águila republicana, confirma que su vida estuvo
acorde con sus principios.
A la muerte de Juárez, su figura se
convirtió en un símbolo y su imagen pasó a formar parte de la iconografía
popular. Los gobiernos lo convirtieron en héroe, induciendo al pueblo a
transformarlo en mito legendario. El inventario de sus monumentos y efigies es improbable, pues su número semeja al de las arenas del mar.
La multiforme figura la de Juárez, que sigue atormentándonos hasta la fecha la mirada, en innúmeras estatuas y efigies de dudoso valor estético muchas de ellas, esparcidas por toda la nación -de no menos innúmeros rostros, tamaño, complexión y facciones-, sería una clave del complejo discurso nacionalista, tanto del viejo Porfirio Díaz como del posterior proyecto de estado-nación independiente. La apoteosis de la fiebre porfiriana por el juarismo se alcanzó en 1910 con la construcción del marmóreo Monumento Hemiciclo a Juárez.
Entre millares y millares de monumentos, estatuas, nichos y bustos del Benemérito de las Américas que existen esparcidos por plazas públicas y edificios en toda la república, sin contar con la multitud de calles, avenidas, escuelas que llevan su nombre, cabe destacar: la copia en piedra del Hemiciclo a Juárez que se encuentra en Toluca, sobre la Avenida Isidro Fablea, de 1941, realizado en cantera y con una escultura al centro de bronce; otro Hay otro Hemiciclo a Juárez en la ciudad de Tamaulipas.
El Monumento a Benito Juárez García, en la Plaza Cuarto Centenario de la Ciudad de Durango, donde hay también un busto de su efigie en el nicho de las escalinatas del Palacio de Zambrano, junto al cual se encuentra un magnífico mural debido a las marthas de Luis Sandoval, en el que aparecen, como cocheros del carruaje juarista, dos amigos y contemporáneos nuestros: el querido mentor e inolvidable héroe de la educación regional Don Héctor Palencia Alonso y el culto comerciante José Luis Gómez; realizado en 1982 con el título “La Llegada de Juárez Durango”, junto con el mural “La Fundación de Analco por los Padres Franciscanos, los cuales flanquean el nicho a Juárez, y una estatua en bronce en el Paseo de las Alamedas (remodelada en 2009, destruyendo el pedestal que para "La Primavera" había labrado el benemérito escultor regional Benigno Montoya de la Cruz). Serie de homenajes debidos, principalmente, a que Benito Juárez pasó algunos días en esta ciudad, labrando la frase inmortal: "Adiós Durango, tierra bendita, nunca te olvidaré". Causa por la cual la misma Universidad del Estado de Durango lleva su nombre (UJED), así como por su vocación idealista liberal, refrendada por el lapidario lema juarista: “Las ideas son todo, los hombres son nada”.
Sobre todos los monumentos destaca, sin asomo de duda, la famosa cabeza de Juárez, esperpéntica obra mural rumbo a la carretera de Puebla, cerca de la Avenida Ignacio Zaragoza, en la glorieta de Iztapalapa, obra de Lorenzo Carrasco y Luis Arenal de 1976 , sobre proyectos murales abstractos de David Alfaro Siqueiros, muerto dos años antes, de 6 toneladas de peso, 30 metros de altura y 13 metros la colosal cabeza.
IV
El Hemiciclo a Juárez es uno de los grandes
monumentos del Porfiriato. Se encuentra localizado a un costado de la Alameda
Central, en Avenida Juárez, frente al templo de Corpus Cristi. Muy cerca del
marmóreo Palacio de Bellas Artes y a unos pasos del lugar ocupado por de una
escultura conocida como el Monumento al Trabajador, donada por el artista
durangueño Ignacio Asúnsolo al pueblo de México, sobre la misma Avenida Juárez,
hoy desaparecida. Junto al templo de Corpus Cristi hay un museo escultórico al
aire libre.
En 1861, después del triunfo liberal de la Guerra de Reforma, Juárez instaló su gobierno en la capital de la República. Actuando contra la costumbre arraigada desde la época colonial, se negó a habitar la esquina suroeste de Palacio Nacional y mandó hacer algunas adecuaciones en el ala norte, donde planeaba establecerse con su familia. No obstante, la caída de Puebla en manos de las tropas invasoras francesas y el inminente establecimiento del Imperio obligaron al presidente Juárez a abandonar la Ciudad de México. Para volver hubo que esperar hasta 1867, año en que resultó reelecto como presidente constitucional y se concretó el triunfo republicano.
En 1867 entró por esa calle triunfante Benito Juárez, siguiendo el
camino de la Garita de Belén hasta llegar a la escultura de El Caballito, donde
fue recibido por Vicente Riva Palacio (Ciudad
de México; 16 de octubre de 1832 - Madrid, España; 22 de noviembre de 1896), político,
militar, escritor y editor del periódico satírico El Ahuizote, tomando la
Calzada del Calvario rumbo a Palacio Nacional. La calle, antes llamada de
Corpus Cristi, cambio otra vez su nombre en 1887 adoptando el de hoy en día:
Avenida Juárez por mandato del mismo Porfirio Díaz, para conmemorar los 15 años
de la muerte del prócer liberal, el día 18 de Julio.
El Hemiciclo es un medio círculo votivo o exceda,
que es un tipo de construcción ampliamente usada por los romanos, como un semicírculo
rodeado de asientos destinado a conversaciones políticas, sobre asuntos de la
urbe, más que filosóficas, cuyo diseño fue popular durante los tiempos del
emperador Nerón. Se trata de una construcción semicircular descubierta, sin
asientos, con palestra la centro, en cuyo núcleo central se encuentra un
cenotafio (del griego kenos o vacío y
laphos o tumba, es decir una tumba
vacía). Se trata, pues, de un monumento funerario para honrar la memoria y
guardar un recuerdo especial del presidente Benito Juárez, antecedente liberal
del porfiriato. La edificación de carácter simbólico al ilustre oaxaqueño, cuyo
cuerpo está distante, a la manera de las pirámides egipcias, invoca el alma del
difunto para que habite y tome posesión del monumento. Es decir, se trata de un
simulacro de sepulcro en un lugar no sagrado sino de carácter más bien público.
En el año de 1905 se formo una comisión
nacional para la construcción de un monumento que conmemorara el centenario del
natalicio de Benito Juárez, a celebrarse en 1906. El jurado calificador estuvo
integrado por Antonio Rivas mercado, Nicolás Mariscal y el Ingeniero Manuel
Velázquez de León, quienes dieron el primer lugar y licitación de la obra al
arquitecto Guillermo de Heredia. Sin embargo, no fue sino hasta fines de noviembre de 1909 que se comenzó la
cimentación de la obra. En abril de 1910 comenzó la colación de los 1 620
bloques de mármol de carrara y de arabiscato, traídos directamente de Italia,
bajo la dirección del ingeniero Ignacio león de la Barra. Del 16 de agosto al 16
de septiembre del mismo año se realizó el montaje de la exceda y del conjunto
escultórico. La parte arquitectónica fue ejecutada por el artista italiano
Zocagno, mientras que el tallado de la escultura corrió a cargo del artista
Lazzaroni, de los que no se tiene mayor referencia. El estilo de la obra es
ecléctico, neoclásico y renacentista de inspiración griega. El costo total de
la obra fue de 390 mil 695 pesos con 96 centavos. El Hemiciclo a Juárez fue
inaugurado por el presidente de la república
Porfirio Díaz el 18 de septiembre de 1910, a dos escasos meses del
estallido de la revuelta armada encabezado por el demócrata Ignacio Madero.
La altura del monumento es de 12 y 7.5
metros de altura y 36 de largo, tiene un
peso de 70 toneladas. El cuerpo es el de una planta rectangular que ocupa un área
de 55 metros 2, con una tribuna volada hacia el frente o exceda constituida por
de 8 columnas dóricas rematadas por dos columnatas de planta cuadrada sobre
cuya cúspide se encuentran dos lámparas votivas de bronce dorado.
Arriba, en el centro de su friso dórico, un
enorme grupo escultórico, cincelado en un solo bloque de mármol (a excepción de las alas de la primera figura), destacan dos
figuras femeninas; una de ellas alada, que es una alegoría de la de la patria
gloriosa; la otra, alegoría de la justicia, de la victoria y de la libertad. Al
centro del conjunto escultórico se encuentra la efigie de un Benito Juárez
sedente, con aire de patricio, con todas sus nobles cualidades y pasiones
mezquinas, como dijera de él el Ingeniero Islas en la inauguración del
Monumento, la patria alada en actitud de coronarlo con una guirnalda de
laureles en la mano derecha, como símbolo de gloria, y la ley, que sostiene con
el brazo elevado una tea en la mano derecha, en la que se ha visto la antorcha
del progreso, y que sujeta con la mano izquierda una espada cuya punta toca la
tierra, simbolizando así tanto a la justicia como a la república y el fin de las
guerras que asolaron el México del siglo XIX. Abajo un medallón de laureles
grabado con la leyenda: “Al Benemérito Benito Juárez: La Patria” –pues como
reza la canción escolar: “Benito Juárez la patria nos dio, la patria nos dio”.
El
cenotafio consta de otro conjunto escultórico: de un atril constituido por un
águila republicana con las alas abiertas, sostenida por dos pilastras adornadas
con grecas aztecas, y un paramento a cuyos lados se encuentran lados dos leones recostados en actitud de
reposo, de 9 toneladas de peso cada uno.
La fachada frontal ha sido lugar para
reuniones, mítines, manifestaciones y encuentros variopintos s, abarcando desde
reuniones masónicas hasta marchas homosexuales, foro donde han alzado la voz innúmeras personalidades, entre las que sólo cabe mencionar aquí, para finalizar, a AMLO o a Paco Ignacio Taibo II.
[1]
Las salas del Recinto de Homenaje a don Benito Juárez son siete: Sala 1 Muestra
a Juárez como gobernante y político liberal. Exhibe objetos que denotan su
investidura como gobernante. Destacan la banda presidencial y algunos bienes
como un bastón de mando elaborado en caña de la India y una pequeña charola de
plata. Se muestran también medallas y condecoraciones que le fueran otorgadas
en vida. Sala 2 Es el Área de Exposiciones Temporales. Está presidida por un
busto de don Benito Juárez y una leyenda en bronce que dice: "Todo lo que
México no haga por sí mismo para ser libre, no debe esperar ni conviene que
espere, que otros individuos u otras naciones hagan por él". Sala Dedicada a las Leyes de Reforma y a resaltar
la importancia de las diferentes luchas emancipadoras del siglo XIX mexicano.
Sala 4 Perfil de un Hombre. Confirma la sobriedad en el vestir y la sencillez
en la vida diaria de don Benito Juárez. En esta sala se muestran objetos
donados por sus descendientes entre los que destacan relojes, prendas de
vestir, arreos masónicos y las medallas que recibió como miembro del Rito
Nacional Mexicano. Sala 5 Conocida como Vida Republicana, nos relata cómo la
familia Juárez-Maza, a pesar de residir en Palacio Nacional, vivió de acuerdo a
los cánones de austeridad que dictaron don Benito y su esposa. Los bienes que
se muestran en esta sala dan cuenta de las costumbres de la época; destacan los
objetos relacionados con la manera de comer y servir los alimentos y las piezas
del servicio de comedor utilizadas por la familia presidencial. Sala 6 Le
corresponde el Ambiente Familiar. La figura de Margarita Maza de Juárez es el
eje de este espacio. El ambiente cotidiano se recrea a través de la exhibición
de algunos de sus objetos personales, labores de costura y una colección de
fotografías familiares. En este espacio destaca el costurero de madera tallada,
obsequio del artesano Manuel Lizeaga a doña Margarita Maza en 1867. Dicen sus
biógrafos que Benito Juárez acostumbraba pasar largas jornadas en su despacho,
donde se entregaba con gran disciplina a labores intelectuales. Aquí se exhiben
ejemplos del mobiliario testigo de las grandes transformaciones del Estado.
Sala 7 Es la Patria a Juárez. En este lugar se exhiben algunas de las condecoraciones
y objetos realizados en homenaje póstumo a Benito Juárez. El salón de Homenajes
presidido por un busto en bronce de don Benito Juárez, circundado por los
escudos de cada uno de los estados de la Federación y el Escudo Nacional, está
dedicado a rendir homenaje permanente al Benemérito de las Américas.
IMPRESIONANTE TRABAJO DE INVESTIGACION DOCUMENTAL Y DESCRIPCION CRONICO ARQUITECTONICA DE ESTE MAJESTUOSO MONUMENTO. GRACIAS POR COMPARTIRLO Y DIFUNIR ESTE IMPORTANTE MATERIAL. AFECTUOSAMENTE ARQUITECTO RESTAURADOR GABRIEL URRUTIA MOYA. FELIZ INICIO DE AÑO.
ResponderEliminarGracias Arquitecto un abrazo de finde año y mis mejores deseos para el año que comienza
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