miércoles, 31 de octubre de 2018

LA POBREZA De ALBERTO ESPINOSA OROZCO -México-

LA POBREZA




Cae la tarde en la ciudad añosa;

el día es de un aire limpio en el azul sereno

mientras los copos blancos que bogan por el cielo

no alcanzan a lavar abajo al mundo gris

que se asoma apenas entre las calles yertas

cuyas sombras van inundando las aceras.




La avaricia que al dios del metal rinde su culto

dicta el hambre de poseer que no se sacia

sino en acumular más y más cifras abstractas

para colmar los caprichos frustrados del deseo

y luego, entre el cieno, amurallarse en la mezquina

forma a la que todo se somete o lo doblega.



Inconmovible el corazón petrificado arroja al aire

sus migajas, luego de haberlas entre el fango pisoteado;

el corazón perpetra así el rito que lo llama para luego

ser envuelto entre las llamas y consumirse entero

en el frío vacío de la nada, donde nada hay que hacer, nada,

donde no hay nada: pasos desiertos al borde de las llamas.



Reventando los botones a la mitad del pecho henchido

el corazón se engolfa en las aguas del estanque que corren

al abismo, esclavizado por el hambre, dominado en el laberinto

inacabable del instinto, que solo se abre a la lascivia de la sangre

mancillada, para beber de la mesopotámica copa del horror,

narcótica y viscosa, anacrónicamente, como antes del bautismo.


ALBERTO ESPINOSA OROZCO -México-

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