La Educación Formal de Ricardo Moreno
“El Pajarito”
Por Alberto Espinosa Orozco
También estudié en la escuela Valdez Pino, en Chalchihuites. Aprendí
mecánica y a sumar y a multiplicar. Luego me fui internado a Tlaxcala. No
recuerdo si fue antes o después. A los siete u ocho años, en México, entré en
al internado Hijos del Ejército de Tlaxcala. Era una escuela militarizada. La
escuela estaba por el rumbo de la colonia Santa Julia, famosa por el “el Tigre”
de Santa Julia” y por su gente brava. La escuela estaba cerca del Colegio
Militar y de la calle Mariano Escobedo. La escuela estaba en Santa Catarina,
Azcapotzalco # 2. Estuve interno varios años. El director era Miguel
Villalobos, de los sobrevivientes del ejército de Pancho Villa. La primaria la
estudié en esa escuela militar, la de Tlaxcala. Vivía por Tepito y Fray
Bartolomé de las Casas e iba al Internados Hijos del Ejército. Siete años
tendría. Ahí repetí primero y segundo de primaria.
Estudia y me hice amigo de Mauro Vázquez, peleador, muy bueno, que peleó
con Frankie Rusó. Luego fuimos a entrenar a Los Baños del Jordán. Son de la
cuadra también Felipe Vaca, welter; Vicente García; el campeón nacional mosca
Jorge “La Pulga” Herrera, con quien peleé, pelé con él y yo gané; y con Edel
Ojeda. De la época de Paty de Marco y Ray Robinson.
En Tlaxcala lleve a cabo mi carrera militar, en el segundo pelotón de la
novena, séptima y octava compañía y llegué a obtener el grado de Cabo Primero
de la Segunda Sección de la Novena Compañía. Teodomiro Méndez, hoy general
brigadier, era el coronel entonces, de Huajuapan de León, Oaxaca. Eso fue a la
edad de siete u ocho años. A esa edad me había peleado yo con el Perro Aguayo y
con Joaquín Gamboa Pascoe. Compañeros militares ambos. Chiquilladas de la
escuela. Luego estudié en el Colegio Salesiano, de Santa Julia. Fue templo
monástico y su párroco San Juan Bosco.
En el internado me hice amigo de Mauro Vázquez, hermano de Arturo
Vázquez. Era boxeador pues era muy buen peleador. Teníamos pleitos en la Santa
Julia con los internos y también pleitos callejeros, pues era un internado con
disciplina militar. Pero un día me escapé de la Escuela Hijos del Ejército #
22, en Santa Catarina, delegación de Azcapotzalco.
Salí primero de Tlaxcala al Internado Número Dos de Azcapotzalco y luego
de ahí al de Santa Catarina, en Azcapotzalco también, en Santa Julia, en la
colonia Mariano Escobedo. Siempre encerrado. Por eso toda mi virilidad la tengo
encima, tengo mi virilidad entera y limpia. Por eso puedo amar a cualquier
mujer. Cuando me escapé de la escuela, en Santa María Azcapotzalco, en Santa
Catarina, fui cobrador de camiones por dos años. También trabajé en La Popular,
con mi padrino Juan Cervantes Ruiz, tío de María Ruiz.
He vivido treinta y nueve o cuarenta años en Chilangolandia, pero soy
durangueño. He vivido en muchas partes. Primero en Tepito, en la calle de
Aztecas, en Fray Bartolomé de las Casas, en seguida de la Colonia del Carmen.
De chamaco, de chavo viví en la colonia Romero de Terreros, en Coyoacán,
Distrito Federal. Vivía con una tía, con Beatriz Escamilla Chaires, la hermana
mayor de Zenaida, que tenía una bonita casa, popofona, en la colonia Prados
Churubusco. Ella me empleó como mozo y sufrí mucho en ese tiempo. Mi mamá vivía
con nosotros. Una vez hubo una fiesta y trató de criada a mi mamá, a Zenaida.
Lloré de humillación y juré que un día con mi trabajo le haría una casa grande
a mi mamá, y así fue. Mis padrinos en realidad no me querían. Viví con mi tía
Beatriz Escamilla Chaires y mi tío José Manuel Reyes Gómez, de Martín de la
Torre, Veracruz. A los doce años hice mi primera comunión. Mi tía era una mujer
muy drástica conmigo y a mi mamá la humillaba gacho.
Por R.M.
***
La hermana de Ricardo
Moreno, Francisca, trabajaba en ese entonces en la Secretaría de Gobernación y
vivía en casa de una tía, hermana de su mamá, Beatriz, en la colonia Prados
Churubusco. La tía le dio techo a Ricardo. Era una casa popof y la tía se las
daba de muy fifi. La verdad es que lo empleaban como mozo, como criado y
mandadero. Su tía y su esposo, que en realidad fungían como sus “padrinos”,
fueron quienes lo mandaron a estudiar al Colegio Salesiano. Fue a la edad de 11
años que se fue a vivir con ellos. La pareja tenía dos niños: Juan Manuel y
Jorge Vitelo Reyes, a los cuales Ricardo Moreno sacaba a pasear, pero en un
plan muy segundón, que lo hería en su dignidad personal.
Ricardo Moreno fue
desde siempre un hombre humilde, sencillo, simpático, que guardó hasta el final
de sus días un especial afecto por los niños. Era una especie de padrino popular
que daba cuanto podía a los infantes que se cruzaban por su camino: dinero,
juguetes, comida, lo que podía. Cuando gozó de fama y dinero ayudó a su madre
Zenaida y a sus hermanas Mercedes y Francisca, pues fue un hombre religioso,
rindiendo culto especialmente a la Virgen de Guadalupe, Patrona y Reina de
México, pues después de cada pleito iba a la Catedral Basílica de Guadalupe a
dar gracias. Raúl “El Ratón” Macías detectó el efecto positivo de ese culto que
tenía “El Pajarito” entre la multitud y, compartiendo la misma fe acuñó su
conocida frase triunfadora del “Todo se lo debo a mi manager y a la Virgencita
de Guadalupe”. “El Ratón” Macías no se enfrentó nunca al “El Pajarito” Moreno
en un cuadrilátero, es de presumirse que por precaución ante su temible pegada
devastadora, aunque lo cierto es que fue muy bien manejado por sus managers
quienes lograron impulsarlo hasta alturas insospechadas, llegando a ser Campeón
del Mundo, muy lejos empero del atractivo místico de “El Pajarito” ante la
multitud que, en cambio, lo encumbró por su carisma inigualable a la altura de
ídolo indiscutible del deporte nacional.
Imposible comprender en plenitud el espíritu guerrero de "El Pajarito" si no se advierte la honda influencia que tuvo en su carácter su formación militar, en la que alcanzó el grado de Cabo. En general su actitud era la de la "defensa": no sólo de abrirse paso en los rigores de la vida con los puños, sino sobre todo de respeto y amor de la patria, de defensa de los valores patrios, de sus causas más inmediatas y apremiantes, destacando singularmente en tal defensa del valor de la justicia. Carácter ante la vida, en cuya trayectoria, en cuyo camino, encontró innúmeros obstáculos y atropellos, por lo que su amor a la nación se enardeció, esencializándo tal sentimiento en la fuerza y justicia de sus puños, en su actitud activa contra los abusos -pero a la vez ensalzando los valores positivos del arte de la vida, de la convivencia, de las reuniones sociales de café, incluye también el gozo del vino y de los noches de canciones y de farra.
Imposible comprender en plenitud el espíritu guerrero de "El Pajarito" si no se advierte la honda influencia que tuvo en su carácter su formación militar, en la que alcanzó el grado de Cabo. En general su actitud era la de la "defensa": no sólo de abrirse paso en los rigores de la vida con los puños, sino sobre todo de respeto y amor de la patria, de defensa de los valores patrios, de sus causas más inmediatas y apremiantes, destacando singularmente en tal defensa del valor de la justicia. Carácter ante la vida, en cuya trayectoria, en cuyo camino, encontró innúmeros obstáculos y atropellos, por lo que su amor a la nación se enardeció, esencializándo tal sentimiento en la fuerza y justicia de sus puños, en su actitud activa contra los abusos -pero a la vez ensalzando los valores positivos del arte de la vida, de la convivencia, de las reuniones sociales de café, incluye también el gozo del vino y de los noches de canciones y de farra.
Por A.E.O
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