martes, 24 de diciembre de 2019

Nocturno del 68 Por Alberto Espinosa Orozco


Nocturno del 68
Por Alberto Espinosa Orozco




I
Sepultado entre escombros y despojos de recuerdos
Reprimido por el ir y venir del mundano gran jolgorio
Cuyos chisporroteantes colorines enturbian la memoria
Va vagando entre las galerías solitarias
De un mundo que no ha brotado todavía
Una imagen fragmentaria, borrosa y desleída,
Menos un recuerdo que un fantasma,
Que la oscuridad de un escondrijo misteriosamente guarda:

Nos encontramos recorriendo un amplio pasillo modernista
Corriendo todos en plena fuga del sangriento genocidio ejecutado
Justamente a nuestra espalda –recuerdo que se impregna
Con las tinturas corrosivas del amarillento espanto.

Lo primero que recuerdo luego es la carrera,
el laberinto de edificios y pasillos y edificios
Donde aparecen un grupo de soldados de uniforme verde oliva
En medio de un desorden de comandos y llamadas alertadas
Se precipitan apurados en varias confusas direcciones
Esquivando los automóviles apiñados en el estacionamiento urbano
Corriendo con inciertos rumbos.

Sentimos el impulso de seguirlos,
Refrenados apenas por una premonición oscura  
Recuerdo plural es de nosotros siguiendo a nuestra madre
Quien nos abre camino por delante en dirección de nuestro coche
El Rambler Azul Clarito, aquel 69, aquel si, de tan feliz memoria,
–Que allá a lo lejos, casi podría decirse que impaciente, nos aguarda,
Confundido también entre la baraúnda de tronidos, chirridos y corridas,
Como arrojado ahí entre las tantas baterías de los otros automóviles.

De pronto un joven militar, moreno, de uniforme verde oliva,
Nos auxilia, indicándonos vehementemente  la vía de salida
De aquella vorágine confusa de gestos, premoniciones y señales
Mientras tanto, entre el resquicio de un breve pestañeo, a lo lejos
Varios jóvenes con ropa de civil alzan los puños mostrando un pañueloBblanco Enrollado entre los dedos, otros más un guante negro.
Caminan de prisa entre aquel río estático de coches.

En medio de la bruma, las luces de Bengala,
El pesado ronronear de helicópteros precipitados contra el cielo
 Detonado aquel sangriento ensayo del final Apocalipsis
En una chinanpinar de cohetes, de tableteos y disparos
 De heridos caídos, de muertos, de gritos y balazos.

Nos encontramos así de pronto, sin saber que sucedía,
En medio de una guerra fratricida y sin sentido.
Mientras tanto el militar decididamente nos indicó la ruta salvadora:
“Por allá, por allá”, nos dijo varias veces con firmeza,
Mientras con decisión hacia señas con la mano derecha,
Como aventándonos de plano para llevarnos más allá hasta el otro lado.

Entramos al estacionamiento en debandada y precipitadamente
Corriendo subimos los cuatro en el acto nuestro coche azul. cielo,   
Ese Rambler futurista, del 69, el azul claro
Que paseó durante cinco años con nosotros
Llevándonos por todas partes.

Salimos por fin de la Plaza de la Tres Culturas
Del moderno Conjunto Urbano Tlaltelolco
Regresando de prisa a casa cuando caía la noche imperturbable,
Con una grave sensación general de alerta roja
Y un indescriptible sensación y un nudo en la garganta.

Mudos contemplamos aquellas construcciones de carrera
Mientras caía junto con la noche una lluvia de otoño
´Mojando el parabrisas para empapar luego el asfalto verdi-negro,
Recorría la avenida una culebra negra
Era un riachuelo pequeño empapado en sangre.





No hay comentarios:

Publicar un comentario