GLOSA
DE MI TIERRA
De
Alfonso Reyes
Amapolita
morada
del
valle donde nací:
sino
estás enamorada,
enamórate
de mi.
I
Aduerma
el rojo clavel
o
el blanco jazmín de las sienes;
que
el cardo es sólo desdenes,
y
sólo furia el laurel.
Dé
el monacillo su miel,
y
la naranja rugada
y
la sedienta granada
zumo
y sangre --oro y rubí;
que
yo te prefiero a ti,
amapolita
morada.
II
Al
pie de la higuera hojosa
tiende
el manto la alfombrilla;
crecen
la anacua sencilla
y
la cortesana rosa;
donde
no la mariposa,
tornasola
el colibrí.
Pero
te prefiero a ti,
de
quien la mano se aleja:
vaso
en que duerme la queja
del
valle donde nací.
III
Cuando,
al renacer el día
y
al despertar de la siesta,
hacen
las urracas fiesta
y
salvas de gritería,
¿por
qué, amapola, tan fría,
o
tan pura, o tan callada?
¿Por
qué, sin decirme nada,
me
infundes un ansia incierta
--copa
exhausta, mano abierta--
si
no estás enamorada?
IV
¿Nacerán
estrellas de oro
de
tu cáliz tremulento
-norma
para el pensamiento
o
bujeta para el lloro?
No
vale un canto sonoro
el
silencio que te oí.
Apurando
estoy en ti
cuánto
la música yerra.
Amapola
de mi tierra:
enamórate
de mí.
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