Guillermo
Ceniceros: el Capelo, la Mujer y la Tierra
I
El Museo de Arte Moderno
Guillermo Ceniceros se fundó el 3 de agosto de 1998, con una numerosa donación
de obra menor, aproximadamente 229 obras valuadas por el autor en 2 millones de
dólares, aportada por el mismo artista. Su
primera sede fue el casco de la Hacienda de Ferrería de las Flores, a cargo de
la directora Mayela del Carmen Torres Meléndez, y su histórica pareja, el
escritor autodidacta y hoy en día cronista de la ciudad Javier Guerrero Romero,
durando la instalación toda la época sexenal, en la que se introdujo la
modalidad de rentar el inmueble para fiestas, eventos y reuniones.[1]
El 13 de agosto de 2004 el Museo Ceniceros se cambió de local, teniendo sus
nuevas instalaciones en una vieja casona de Independencia # 135 Norte, entre
Aquiles Serdán y Coronado, en donde permaneció por diez años.[2]
Por último, en el año de 2014 la
colección se trasladó a lo que había sido el Velatorio de Pensiones “El Sabino”,
en la calle de Aquiles Serdán # 1225, siendo inaugurado por el entonces
gobernador Jorge Herrera Caldera como Museo de Arte Moderno Guillermo Ceniceros
(Centro Cultural de las Artes Plásticas) el 4 de octubre de ese mismo año.[3]
El acervo del museo se enriqueció entonces con 40 cuadros más del autor y 10 de sus esculturas, añadiendo 35 obras del
pintor zacatecano Rafael Coronel.[4]
Como nos recuerda el maestro
Héctor Palencia, el pintor Guillermo Ceniceros Reyes nació en 1939 en el
hermoso pueblo maderero de El Salto, tocado de encanto y maravilla, que es el
centro urbano del enorme municipio de Pueblo Nuevo, en el estado de Durango,
donde vivió hasta los once años de edad y cuya casa de la Cultura ostenta hoy
en día su nombre. Hijo del carpintero José Ceniceros Páez y de Petra Reyes,
Guillermo Ceniceros se encontró desde muy pequeño rodeado por una naturaleza de
sólida hermosura por sus quebradas de roca y firmes montañas, no despoja aún de
misterio debido a su relativo aislamiento del progreso de la civilización
moderna.
Sin embargo, el futuro pintor y
muralista se formó en realidad en Monterrey, estado en el que le dieron y
siguen dando difusión e impulso a su obra, siendo considerado, por ciertos
industriales de aquella potente urbe, el más grande de sus artistas plásticos
contemporáneos –contando entre sus promotores durangueños al doctor Héctor
Mayagoitia y al crítico de arte Fernando Andrade Cancino, así como el escritor
Javier Guerrero Romero, permanente animador del Museo Guillermo Ceniceros (MGC). Es
así el puntal de lo que podríamos llamar “La Escuela de Monterrey”, de la que
también participan como prolongación en Durango la singular pintora Nadina
Villanueva, el gran pintor y apreciable amigo Carlos Cárdenas y el fotógrafo plástico Ricardo Milla Hiero.
II
Cuando tenía doce años, la familia se mudó a
Monterrey para buscar mejores oportunidades económicas. Allí asistió a la
escuela y cuando tenía catorce años ingresó a la Fabricación de Máquinas, SA
(FAMA), una escuela-empresa, donde estudió dibujo industrial. Considera que
este entrenamiento temprano es importante ya que le enseñó la importancia de la
geometría, el uso del espacio y los materiales. Mientras estuvo en FAMA conoció
a los pintores Gerardo Cantú e Ignacio Ortiz, colaborando con ellos en
bocetos para publicaciones de Alfonso Reyes, Pedro Garfias y otros escritores
notables. En 1955, se matriculó en el Taller de Artes Plásticas de la Universidad
Autónoma de Nuevo León, graduándose en 1958. En el Taller conoció a la artista
mexicana Esther González, con quien se casó y con quien tiene dos hijos.
Guillermo Ceniceros se inició
como grabador al lado de Gerardo Cantú
(Coahuila, 1934), quien, al igual que artista del El Salto, se formó en
la Escuela
de Artes Plásticas de la Universidad de Nuevo León. Hay que recordar que
el gran logro de Gerardo Cantú y de Ceniceros fue el haber descubierto una
técnica innovadora para la estampa, lograda al través de la aplicación de
gruesos volúmenes con pasta acrílica –que en realidad resulta una especie de
calcografía, que sin herir la placa con el agua viva logra los relieves en la
matriz mediante la adhesión del acrílico sintético, el cual, por su dureza
extrema en el secado, resiste perfectamente la presión regular del tórculo.
Justo en los albores de los años
setentas, Gerardo Cantú junto con Esther González y Guillermo Ceniceros, en plan
de experimentación lúdica, animados por los tiempos que corrían con vientos de
cambio, trabajaron exhaustivamente sobre las posibilidades inexploradas que el
acrílico presentaba como material plástico polivalente. Raquel Tibol hace notar
que la invención de la nueva técnica (el uso del acrílico como pasta sobre
placas de masonite para realizar estampas) daba fácilmente resultados decorativos
deslumbrantes. A cada uno de los creadores se le abrieron caminos inesperados,
abriendo brecha mediante la interpretación personal de otras técnicas
complementarias a las que tuvieron que recurrir, básicamente el cincelado y el
modelado, así como el arte del colorista.
III
III
Sus primeras lecciones en Monterrey las recibió Guillermo Ceniceros de Manuel de la Garza, siendo posteriormente colaborador de Felipe Cantú en el mural de Los Altares, en Nuevo León. Trabajó luego en México, desde 1964, al lado de Rogelio Naranjo y Gerardo Cantú para el Museo Nacional de Antropología. En el mismo año entra en contacto con el maestro muralista David Alfaro Siqueiros. Época en que fue compañero del maestro Guillermo Bravo Morán, quien por entonces era jefe en el Taller de Pintura de David Alfaro Siqueiros, ubicado en Cuernavaca, al cual el genial muralista llamaba afectuosamente “La Tallera”.
A esa generación de noveles pintores marcados directamente por la influencia de David Alfaro Siqueiros habría que contar al propio Guillermo Bravo, pero sobre todo a Mario Orozco Rivera, a Guillermo Ceniceros, Jorge Flores, Luis Arenal, –pero también a Enrique Estrada y un poco al margen al pintor regional durangueño Fernando Mijares. Habría que reservar en este grupo un sitio especial para el artista plástico de origen argentino, Silvino Benedetto, quien plasmó sus murales en el desaparecido Casino de la Selva, y que resultaría ser más bien un bellaco –pero a quien se debe, empero, haber puesto la pintura de Bravo Moral a un nivel paralelo con el tercer gigante de la pintura mural: David Alfaro Siqueiros, vendiendo sus cuadros robados en la galería de Raquel Tibol con firma falsa.
El grupo de los entonces jóvenes muralistas durangueños, comandados por Siqueiros, realizaron trabajos en la Asociación Nacional de Actores, pero sobre todo se concentraron en el proyecto arquitectónico para el Polyforum Cultural Siqueiros –colosal centro cultural del edificio más alto, amplio y bello de la Ciudad de México. Ceniceros desfilaba por detrás de Bravo quien, debido a vicisitudes ideológicas y accidentes varios ya no entró a la realización del gigantesco mural interior La Marcha de la Humanidad, siendo sustituido en su puesto por su paisano. Movimiento de exclusiones y componendas de un grupo de artistas, que dio lugar a que se les bautizara con el significativo nombre de: “La Generación de la Ruptura” -porque se habían jugado el trompo de luchar, de romper con la tradición. Sobra decir que el maestro Guillermo Bravo Morán quedo al margen de ese movimiento, en que si participaron, y vivamente, los llamados "Geómetras", adherentes, junto con el inefable José Luis Cuevas, inclasificable.
No fue sino hasta el año de 1978 que se inauguró en Durango la primera exposición del Maestro de 39 años de edad, luego de haber triunfado y de tener múltiples reconocimientos nacionales e internacionales en México, La Habana, Quito, Caracas, Nueva Delhi, Pekín y Washington.
Guillermo Ceniceros es así uno de los últimos herederos directos del Movimiento Muralista con que se coronó la Escuela Mexicana de Pintura en el siglo XX. En este plano destacan sus murales en las estaciones del metro de Tacubaya y el impresionante de Copilco con más de mil setecientos metros cuadrados de extensión. Otras estaciones también han sido decoradas por importantes discípulos de la Escuela, como el de Centro Médico, realizado por el maestro Enrique “Güero” Estrada, del grupo de alumnos de Frida Kahlo o “l
os Fridos”.[5]
os Fridos”.[5]
IV
La vía adoptada por Ceniceros en
base a su experiencia en el Polyforum fue la realización ya no de
estampas, sino de cuadros de estilo mural, de grandes dimensiones, en los que a
partir del acrílico modelado y cincelado en gruesos volúmenes logra paisajes de
extraordinario realismo, casi hápticos podría decirse por sus texturas, todos
ellos inspirados por la orografía y el colorido de los celajes de su solar
nativo.
Colaboro con el equipo del pintor
y muralista David Alfaro Siqueiros en siete de sus pinturas murales más
importantes. Aunque en sus obras reverberan ecos no sólo de Siqueiros (el “action
paiting”), sino especialmente del vulcanólogo Gerardo Murillo –aunque,
a diferencia del Dr. Atl, sus composiciones parecieran haber sufrido los
rigores directos de las fraguas de Vulcano, tanto en la composición de los
materiales, como en cierto tono de combustión interna, de magma latente y en
proceso de formación -irradiando sus obras también la llama de hielo del Viento
del Norte y su cortante filo autoritario. La estructurada de sus composiciones
revelan así, mediante el recurso al misterio exterior del paisaje azul detenido
entre la pesada montaña inmensa y la escarcha o el viento, un cierto hieratismo
interior –equilibro donde sobradamente se muestra el dominio en la composición geométrica
y en uso del color, virtudes que recuerdan vivamente la estética del gran
artista nipoargentino Kasuya Sakai.
Podría decirse que el gran pintor
parte de una experiencia básica: la experiencia nostálgica del desarraigo. O
quizá sería mejor decir: de lo distante idealizado. Porque la instancia en el
tema del paisaje en Ceniceros no es sino la insistencia
en la vinculación con el lugar de origen. Traducción en valores plásticos del
ambiente y el clima en que se incubó su temperamento; también del drama
interior, del intento, acaso inconcluyente, de recuperar un nacimiento
propuesto como meta. Humanismo pictórico, es verdad, que parte a la
cotemplación de la belleza natural para a partir de su calca o radiografia,
penetrar, en solfa colorística, en la visión del aire, de desifrar el ándulo
del gambusino, de seguir la laja hasta tocar el azul inmenso de un mar convulso
por las nubes o que se dora en la tarde por las heladas llamas.
La naturaleza es vista así por
Ceniceros como la Gran Madre telúrica –creadora como la mujer y espejeante del
todo, como en el arte melancólico de la reflexión, que puede ser terrible como
la caverna. Como paisajista el artista ha creado obras llenas de interés, tanto
por sus materiales y técnica, pero sobre todo por la riqueza frígida de su seco
colorido. Porque en sus espacios habita una especie de contradictoria abundante
escasez, en donde lo que pareciera reinar es el silencio o el viento abrasivo y
purificador de las montañas. Pintura volumétrica, donde se destaca el pintor
como lo que en realidad es en esencia: un gran especialista experimental, un
científico y un mago, cuya sinfonía moderna usa pigmentos acrílicos, los cuales
van empalmándose o superponiéndose cual si fueran capas tectónicas, para
lograr, en medio del accidente controlado, un equilibrio a la vez excitante por
lo que tiene de vuelo y de camino, y riesgoso por lo que tiene de respiración
aérea, pero donde se solidifican a la vez las huellas de la ruda senda para llegar
a la cabaña.
V
Por último, podría añadirse que su paulatino
proceso de abstracción ha encontrado en el dibujo de la figura femenina, un
poco a la manera de José Luis Cuevas, un recinto en donde dar con expresiones a
la vez cada vez más fieles a la figura y simultáneamente más libres en el
sentido de la pureza compositiva, sin abandonar nunca sus moldes por decirlo
así esquemáticos –actitud estética que lo hace, para Raquel Tibol participar
del grupo de los “pintores secretos”.
Su panorama plástico se enriquece con la
expresión de la figura bella, pero también con el perfil de la escultura
industrial. Por un lado, los hábiles esgrafiados al óleo, cuyas veladuras son
heredadas de las técnicas de la estampa. Por otro, la transpolación cromática
de la sensualidad de cuerpos opimos y
bocas reventonas –y todo ello como navegando alegremente en grandes
fieltros o mapas de rayas ondulantes, regocijante de contrastantes simetrías y
de sensualidad.
Se puede detectar en la obra del pintor, grabador
y escultor, una sonada empatía consanguínea con autores a los que no le va a la
zaga en cuanto a realización y resultados, siendo descendiente del artista jalisciense
Juan Soriano, y emparentado con las formas pitagóricamente orgánicas del
zacatecano Manuel Felguerez, teniendo su lógica continuidad en las modernas esculturales
industriales de chihuahuense Sebastián.
[1] La Hacienda de Ferrería fue construida entre
1849 y 1855, a partir de la Fundidora de Hierro construida por la Compañía Inglesa
Unidad de Minas en 1826. En 2003 se reactivó un litigio promovido por los
anteriores dueños de La Ferrería, la Familia Mertins, contra el Decreto
Expropiatorio, para provecho cultural de Durango, tomado por la Suprema Corte
de Justicia de la Nación. con fecha de 1988. Parta entonces algunas obras de la
colección de Ferrería estaban resguardadas, formando la parte medular, en la
Pinacoteca Virreinal de Durango (ICED). Entre las que cabe mencionar: La Puerta
de los Evangelistas, Retrato del Obispo Don Esteban Lozano de Durango (1791),
el famoso tapis La Fuente del Unicornio, valorado en más de 5 millones de
dólares, el San Juan Nepomuceno, Jesús en la cárcel, Ánimas del Purgatorio, la
Virgen del Carmen, La Visitación, San Felipe Neri, etc. Muchas de esas de esas obras, al ser trasladadas
de nuevo a La Ferrería, corrieron borrasca, dispersándose en el camino, luego
de permanecer por unos meses, en el año de 2012, en el Museo Gurza (ICED), La Ex
Hacienda, hoy dedicada exclusivamente a su renta para eventos y fiestas, guarda celosamente El Tapiz
de Unicornio y La Puerta de los Evangelistas, junto con algunas obras más, las
cuales no se exhiben de forma permanente, esperando trasladarse a un museo en
forma para su cabal contemplación por el pueblo de Durango.
[2] El día 13 de
agosto del 2004 se inauguró en Nuevo
Museo Guillermo Ceniceros. en una vetusta casona remodelada de la Calle
de Independencia, en la zona más residencial, y espectral, habría que agregar,
del centro capital de Durango, edificación de principios del siglo XIX, que anteriormente
fuera un Convento de Clausura Carmelita, donde las monjas estaban en clausura, subsanando
con ello su extinción como centro cultural en la Ex hacienda de Ferrería.
En placa de bronce el Museo ostentó la placa conmemorativa de tal
acontecimiento para la vida cultural de Durango, en la cual aparece el nombre
de Don Héctor Palencia Alonso como director del ICED, fiel
promotor de los valores y talentos de su tierra quien ya no alcanzó a inaugurar
el remodelado inmueble por motivos de salud (los que lograrían finalmente se
ausentara definitivamente de ente nosotros). Con la apertura de este espacio se
rubricó así, como el último de sus logros culturales a nivel institucional, la
trayectoria pública de Don Héctor Palencia Alonso, cerrando con ello la
constelación de aportaciones trascendentes en su fecunda y ejemplar vida
espiritual, marcada también por sus total entrega, empeños y fatigas.
[3] El chalet palaciego de tipo victoriano, único
en su tipo en Durango, fue mandado construir por el súbdito alemán Bruno Hazer,
un industrial del algodón y la harina que tenía fábricas textiles y que había
colaborado en la fundación de Torreón en 1907. El edificio la vendió a Octavio
Garza en 1917, teniendo varios propietarios a partir de esa fecha, hasta que en
1956 lo compra la Compañía del Cerro del Mercado, siendo rasurados sus jardines
para ampliar la calle de Aquiles Serdán. En 1962 la Pía unión lo adquiere para
evangelizar a la población y de 1973 a 1976 Guillermo Madrazo lo compra para
instalar la escuela privada del CCH Promedac, quien lo vende finalmente al
Municipio, siendo desde 1976 a 2014 el Velatorio de Pensiones.
[4] Hay que destacar aquí que la colección más
importante del extinto Museo de Arte Contemporáneo Ángel Zárraga, ubicado en
Negrete # 903, esquina con Pasteur, vigente del 31 de octubre de 1996 a febrero del 2014, es
resguardada, sin exhibirse, en el Museo Guillermo Ceniceros. Se trata de 11
dibujos del mismo Ángel Zárraga, donados por el Director General de Minas de
Basis Don Jaime Gutiérrez Núñez, al pueblo de Durango. Las obras versan sobre
el “Vía Crucis” de Jesús, nuestro Señor Redentor, también son conocidos como “Las
Estaciones”, tratándose de obras preparatorias para los murales que el pintor y
muralista religioso oriundo de Durango, Ángel Zárraga, compuso para la
realización de los murales para la Capilla del Sanatorio de Guébriaender la bebida de los dioses"nt en 1934,
para la Capilla de Estudiantes de la Universidad de París, en 1935 y para la
capilla de Saint Martín en Meudon, Francia, en 1936, lugar éste último en cuya
cercanía vivó con su segunda esposa y su hija Clara, en una casa de campo,
entre árboles frutales y rosas que él mismo cultivaba. A manera de referenia histórica puede agregarse que la sede del MACAZ fue convertida, el 29 de marzo del 2018, el último día de funciones del Presidente Municipal y aspírante a Senador de la Republica, Dr. José Ramón Enriquez, en el Museo del Mezcal Duranguense, enfilado al turismo, con el objetivo de la "venta de la bebida de los dioses", sumándse está acción a otras muchas en beneficio de los capitalinos, como la remodelación de la Alberca Olímpica "José Revueltas", la remodelación de la Concha Acústica y la inauguración del Bioparque Recreativo Sahuatoba.
[5] En 1963 realiza el mural, de 90 metros
cuadrados, con la técnica de temple al huevo y acrílico, en el cubo de la
escalera de la Biblioteca Municipal, en la Ciudadela. El tema es sugestivo:
Alegría de la Educación Popular. Paralelamente expone individualmente en la
Galería del INBA de Monterrey.1964 participa en la exposición colectiva en la
Galería Glantz; expone individualmente en la Galería Diana y colabora con
Miguel Covarrubias en los murales del Museo Nacional de Antropología. Se
traslada a la ciudad de México y en 1964 participa en la exposición colectiva
en la Galería Glantz; expone individualmente en la Galería Diana y colabora con
Miguel Covarrubias en los murales del Museo Nacional de Antropología. Al año
siguiente vuelve a exponer individualmente en la inauguración de la Galería de
Arte del Gobierno del Estado de Nuevo León. Su nombre se internacionaliza al
adquirir la firma Matshushita, del Japón, trece paisajes suyos; también le
compra la Galería Iowa, Estados Unidos. Exhibe en la Galería Simet, de Londres,
al tiempo que ingresa a la Escuela Taller Siqueiros, de Cuernavaca; así
colabora en los murales del Museo Nacional de Historia, la ex aduana de Santo
Domingo, 1ª Asociación Nacional de Autores (ANDA) y el Polyforum Cultural del
Hotel de México. En 1968 nuevamente monta exposiciones individuales en el Museo
de las Culturas y en la Galería Reforma, al tiempo que presenta una exposición
retrospectiva en la Galería de Arte, de Monterrey. Participa en la exposición
colectiva en la Galería del Sótano y es nombrado jefe de taller en la Escuela
Taller de Siqueiros. Los murales 'Espejos Comunicantes", del Teatro
Universitario en la Unidad Mederos de la UANL; "El Hombre y su
Medio", del Centro Médico del IMSS en la Ciudad de México; "El Perfil
del Tiempo", de la Estación del Metro Copilco. En la estación de Tacubaya
del metro y en el acceso de la línea Tasqueña-Observatorio, el público tiene
ocasión de disfrutar una de las obras muralísticas de mayor aliento de los
últimos tiempos. Se titula Del Códice al Mural, y fue inaugurado en mayo de
1987, de Guillermo Ceniceros Reyes, un durangueño que nunca ha negado la cruz
de su parroquia. En más de un año de trabajo y en una superficie de
aproximadamente 600 metros cuadrados, Ceniceros plasma la peregrinación de los
mexicas desde su salida de Aztlán hasta su llegada al valle de México para
fundar Tenochtitlán. En la Estación: Copilco, Línea 3. Sup. M2: 1000. La obra es
descrita por el propio artista en los siguientes términos: El mural cubre los
dos andenes, con cinco muros de cada lado y ocho cubos de escalera. El muro principal,
en el que se puede ver a Cuauhtémoc y herramientas rudimentarias, está dedicado
a los augurios y al presagio de que llegaban cosas terribles. En el derecho, se
ve un Quetzalcóatl transparente, a manera de fantasma; y en el izquierdo, al
brujo mayor, Tezcatlipoca, quien difundía los augurios: El hecho de que
“hirvieran” las aguas de la laguna; la aparición de un cometa; el incendio del
adoratorio de Huitzilopochtli, sin causa alguna; y aparición de un animal de la familia de las
grullas, que tenía un espejos encima de su cabeza, en el que Moctezuma pudo ver
la llegada de objetos muy raros que flotaban. Estos augurios estaban
encaminados a hacer pensar que era Quetzalcóatl el que regresaba, quizás en la
persona de Topizin, que fue uno de los dirigentes de tula. En el muro de
enfrente esta Hernán Cortes, quien aparece con algunos cañones, rifles y
lanzas, y perros feroces; además de caballos y, por supuesto, los barcos. Esta
parte del mural expresa los preparativos para realizar el viaje que lo traería
a la tierra nueva. Cuauhtémoc y cortes son los dos personajes que marcan la
pauta de la temática. Con ambos, cambio el rumbo de dos continentes. Los muros
de un andén están dedicados a América; mientras que los del otro, a Europa,
Asia, África y Oceanía. El lado Americano inicia con un fragmento de la pintura
rupestre de las cuevas de Palmaarito, en Baja California Sur. Luego siguen
varias figuras del preclásico de México, halladas en: Copilco, el Abrilillo, Zacatenco
y Cuicuilco. Después están: la cultura Olmeca, representada por una cabeza de
piedra; la Teotihuacana, por la dualidad Quetzalcóatl adolescente; la Totonaca,
representada por la “Cabeza de un Atlante”. En el primer cubo, a la derecha,
venos la reproducción de una obra esgrafiada en el hueso de un jaguar. Se trata
del nacimiento de Quetzalcóatl. En el centro, se encuentra la imagen de un
mural de Bonampak; esta frente a un mural egipcio, y se relacionan por la
vocación de ambos puebles de plasmar aspectos de su vida cotidiana. En el
siguiente muro se ven tres piezas: un pectoral de oro, que simboliza a Mictlantecuhtli,
dios de la muerte para los Mixtecos; un escriba zapoteco, y el dios murciélago.
Después esta la cultura de Occidente, representada por piezas de Colima,
Guerrero, Guanajuato, Michoacán y Honduras. En el segundo cubo aparece el mural
de Cacaxtla, de la cultura Olmea-Xicalanga, de reciente descubrimiento. Después
del mural de Tenochtitlan, esta lo que sería la cintura de América,
representada por un textil de los cunas de PNUMA. En el muro que sigue, vemos
la estilización de un sol, que está en el museo del oro de Ecuador. A su lado,
una figura del museo del oro del Perú. En este mismo muro se encuentran piezas
representativas de los aborígenes de los Estados Unidos, Canadá y Alaska… con
ello, se intenta Hernán la arte del continente Americano. En el siguiente cubo
esta una obra de Roberto Mata, pintor chileno: uno de los artistas
Latinoamericanos más destacados y conocidos mundialmente. Mata es, de cierta
manera, nuestro “Picasso” de América. En el último muro del lado Americano, están
representados varios artistas: Joaquín Torres García, el constructivista más
importante de Suramérica; Wilfredo Lam, de origen entre chino y cubano;
saturnino Hernán; José Guadalupe posada; Carlos Medina; José Clemente Orozco;
Diego Rivera, con un fragmento del mural de la alameda; Siqueiros con un
fragmento del mural de hospital de la raza; y Rufino Tamayo. Enfrente están: Picasso,
el pintor más importante de este siglo, acompañado por un fragmento de su obra:
“Guernica”; Henry Moore, escultor ingles que vino a México para aprender Rodin,
con su obra: “La Eternidad”; Cezanne. Con “Los Bañistas”; Pedro Brueghel; Jerónimo Bosch – El Bosco-,
creador del surrealismo; Miguel Ángel, con un fragmento de la “Capilla
Sextina”; y Leonardo Da Vinci, con su obra Máxima: “La Gioconda”, y su estudio
del interior de un cuerpo, que puede verse en el cubo contiguo. Ahí también
aparece el mapa de Toscanelli que, se supone, oriento los viajes de Cristóbal
Colon. El muro que sigue es el de los navegantes y de algunos cartógrafos y
astrónomos, como Ptolomeo. También se puede ver a: Enrique, el navegante de
Portugal; Mateo Nicolás y Marco Polo; Juan Sebastián Caboto; Vasco de Gama; y
los Hermanos Pinzón. Junto a Cristóbal Colon hay un mapamundi que ocupa un
espacio fundamental: es el tributo al planeta –tierra –Vespucio; Juan Sebastián
Elcano. Tan bien aparecen: Vitus Bering, Enrique Hudson, Alejandro Malsina y
algunos más. En el cubo que sigue aparece la reproducción de un pequeño relieve
Asirio del siglo VII a.c.
Después del
muro se pueden apreciar piezas representativas del arte de África, Cambodia y
Grecia; de la India, el dios un emperador y su caballo. Y de Egipto, dos
cabezas de los colosos del templo de Ramsés
II. En esta parte del mural aparecen las culturas más importantes que
florecieron en las márgenes de los ríos. Finalmente, vemos un mural dedicado a
Egipto, en el que aparecen: los lanceros del palacio de Susa, las figuras el
cofre de Ur, un fetiche de Bulgaria y res Venus arcaicas; y las pinturas
rupestres de Francia y España.
Murales
1962 Librería
Municipal, Monterrey Nuevo León México
1979 Instituto Mexicano Del Seguro Social,
Ciudad De México
1980 Centro de Arte Moderno, Guadalajara
México
1984 Misión De México en las Naciones Unidas,
Nueva York, U.S.
1986 Estación de Metro Tacubaya, Ciudad de
México
1986 EXPO 86, Vancouver Canadá
1988 Estación de Metro Copilco, Ciudad de
México
1990 Teatro Maderos Universidad Autónoma de
Nuevo León, Monterrey, México
1991 Palacio de Justicia, Monterrey, México
1994 Banco Nacional de Comercio Exterior,
Monterrey México
1998 Facultad de Química, Universidad Autónoma
de Nuevo León, México
1999 Hospital Santa Engracia, Monterrey, Nuevo
León, México
2001 Teatro del Sindicato Nacional de
Trabajadores Telefónicos, Ciudad de México.
ResponderEliminarGuillermo Ceniceros
@GCeniceros1
En respuesta a @correconejomex
Saludos y mi extenso reconocimiento por la labor de investigación y pensamiento crítico de este escrito.
https://twitter.com/GCeniceros1/status/993897472308142081
Maravillosas obra de arte gracias por compartirlas. Un abrazo desde mi querida Colombia.
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