martes, 4 de febrero de 2020

3ª Secuencia del Invierno Por Alberto Espinosa Orozco


3ª Secuencia del Invierno
 Por Alberto Espinosa Orozco  



 I

Girones de nubes arrancadas bruscamente
Del pasaje helado por un viento fanático y airado  
Han dibujado sobre el limpio cielo casto
Una solitaria  certeza infiel y abstracta:
De que el crudo cierzo  del inverno
Con su blanca fiebre aletargada  
No ha entrado nunca al mundo
Para estar con su poder de nuestro lado.

II
La neblina opaca lo confunde todo
En su terca prisión aletargada
Haciendo más pesado a nuestro lado
Al insidioso mundo que se apaga
Con su densa libertad desdibujada.

III
Un vaho azul así nos habla
De una terca libertad plomiza 
Dejándonos con su testimonio infiel
Precipitado a un fondo escurridizo
Los aletargados rescoldos entumidos
De una yerta libertad desamparada
Ardiendo en su orfandad como una llaga.

IV
Todo brote expectante es detenido
Por el rigor del frio y sus martirios
Que cruda y lentamente nos despoja
De las hojarasca otoñal con su delirio.

El frio enjuto nos confina entonces
Desde su umbral de lluvias y de brumas
A una hirsuta soledad que nos abruma.

V
La densa bruma enceguecida y muda
Que no ha venido para articular a las miradas
Ensordecida con el viento violentamente brama.

VI
Con los dedos ateridos por el viento
Huraño y cruel de este tozudo inverno
También nosotros luchamos con las uñas
Ante la insidiosa maldad de sus agujas
Y su potente demencia de diamantes
 Para no quedarnos con ella entumidos


Haciéndonos sentir que a nuestro paso
Ejercita el blanco sol su doble filo
En el fatal combate de hace siglos
En que hemos habitado en el exilio. 

VII
Con una libertad amordazada
El viento anárquico golpea por las calles
Las ingrávidas ventanas y las paredes
Trayendo en las entrañas de su empuje
Una terca malignidad desencantada.

VIII
El viento helado que destierra a la ternura
Con el terco alardear de su soberbia
Nos hace ver a la vez que sus traiciones 
Han sido siempre pulsaciones de la envida.

IX
El terco frío cruel que nos obliga
A arrinconarse a cada uno en su guarida
Deja un resquicio para el alma herida
Pues su pulida luz la lava y cauteriza.



X
El insensible viento huraño
Empuja ciego su demencia obtusa
Rayando empero el azul del cielo

Con el dibujo de las nubes paralelas.

XI
La pulida luz quemante del inverno
Que desde su inalcanzable altura intacta
Se cierne para Inhabilitar toda ternura
Va borrando también desde su seno
 Con los diminutos cristales de su manto
En su lluvioso paso gris y aletargado
Nuestra vergonzosa historia corroída
De todos sus rastrojos calcinados
 Desde su pura castidad de polo helado.




Durango, 2-3-2020












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