3ª Secuencia del Invierno
Girones de nubes arrancadas
bruscamente
Del pasaje helado por un viento
fanático y airado
Han dibujado sobre el limpio cielo
casto
Una solitaria certeza infiel y abstracta:
De que el crudo cierzo del inverno
Con su blanca fiebre aletargada
No ha entrado nunca al mundo
Para estar con su poder de nuestro
lado.
II
La neblina opaca lo confunde todo
En su terca prisión aletargada
Haciendo más pesado a nuestro lado
Al insidioso mundo que se apaga
Con su densa libertad desdibujada.
III
Un vaho azul así nos habla
De una terca libertad plomiza
Dejándonos con su testimonio infiel
Precipitado a un fondo escurridizo
Los aletargados rescoldos entumidos
De una yerta libertad desamparada
Ardiendo en su orfandad como una
llaga.
IV
Todo brote expectante es detenido
Por el rigor del frio y sus martirios
Que cruda y lentamente nos despoja
De las hojarasca otoñal con su
delirio.
El frio enjuto nos confina entonces
Desde su umbral de lluvias y de brumas
A una hirsuta soledad que nos abruma.
V
La densa bruma enceguecida y muda
Que no ha venido para articular a las
miradas
Ensordecida con el viento violentamente
brama.
VI
Con los dedos ateridos por el viento
Huraño y cruel de este tozudo inverno
También nosotros luchamos con las
uñas
Ante la insidiosa maldad de sus
agujas
Y su potente demencia de diamantes
Para no quedarnos con ella entumidos
Haciéndonos sentir que a nuestro paso
Ejercita el blanco sol su doble filo
En el fatal combate de hace siglos
En que hemos habitado en el
exilio.
VII
Con una libertad amordazada
El viento anárquico golpea por las
calles
Las ingrávidas ventanas y las paredes
Trayendo en las entrañas de su empuje
Una terca malignidad desencantada.
VIII
El viento helado que destierra a la
ternura
Con el terco alardear de su soberbia
Nos hace ver a la vez que sus
traiciones
Han sido siempre pulsaciones de la
envida.
IX
El terco frío cruel que nos obliga
A arrinconarse a cada uno en su guarida
Deja un resquicio para el alma herida
Pues su pulida luz la lava y
cauteriza.
X
El insensible viento huraño
Empuja ciego su demencia obtusa
Rayando empero el azul del cielo
Con el dibujo de las nubes paralelas.
XI
La pulida luz quemante del inverno
Que desde su inalcanzable altura
intacta
Se cierne para Inhabilitar toda
ternura
Va borrando también desde su seno
Con los diminutos cristales de su manto
En su lluvioso paso gris y aletargado
Nuestra vergonzosa historia corroída
De todos sus rastrojos calcinados
Desde su pura castidad de polo helado.
Durango, 2-3-2020
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