martes, 6 de abril de 2021
lunes, 5 de abril de 2021
domingo, 4 de abril de 2021
SAN JUAN BAUTISTA DE ATOTONILCO DE CAMPA Por Pedro Núñez López
SAN JUAN BAUTISTA DE ATOTONILCO
DE CAMPA
Por Pedro Núñez López
Esta hacienda se halla en la región limítrofe de los valles centrales de Durango y la región semidesértica que baja lentamente hacia La Laguna. Es una región de ricos pastos con algunos aguajes naturales aptos para la cría de ganados.
Varias mercedes fueron conformando la hacienda; entre ellas, la otorgada en 1569 a Pedro de Heredia con derecho a la encomienda de los indígenas del pueblo de Atotonilco, la otorgada en 1574 a Bernardo de Luna en el puesto de Atotonilco y la mercedada, en 1589, a Pedro Hernández Caro. Este vendió la estancia a Rodrigo de Río de la Lossa, quien la agregó a sus numerosas propiedades. A su muerte, pasó a su esposa María de Aguilar ya suprimo Juan de Gordejuela e Ibargüen.
Entre 1638 y 1657, perteneció al capitán Juan de Nava de Sugasti, minero de Cuencamé, quien dio a Atotonilco el nombre de su santo patrono.
Por otro lado, las tierras de Sombreretillos, que también formaron parte de la hacienda, fueron mercedadas en 1639 a Lucas de Medina, rico propietario de los alrededores.
A principios del siglo XVIII era de Antonio de la Campa y Cos y después de su hijo Juan, quien estuvo casado con Andrea Menéndez. Los hijos de este matrimonio: Antonio, Juan, Agustín, Fernando y Ana María, quedaron bajo la tutela de su tío, el bachiller Juan Bartolomé de Menéndez. El bachiller sostuvo un largo pleito con los habitantes del cercano poblado de Ocuila para lograr obtener el agua del manantial que surtía al poblado. Después al no querer renunciar al manejo de la hacienda, sus sobrinos encabezados por Agustín, tuvieron otro largo litigio con él hasta que lograron que les fuera devuelta su tierra en 1749.
Pedro Cazal y Zuloaga, un vasco que se dedicó a la minería en la región de Cuencamé, compró Atotonilco a los Menéndez. A su muerte en 1803 dejó como herederos a su esposa Ana Chamorro, a su hija Gabina y a su yerno el santanderino Juan de la Pedriza. Al fallecer de la Pedriza y su esposa sin sucesión la hacienda fue rematada a su sobrino José María de la Pedriza, que después la traspaso a su hijo Rodrigo.
Como siguientes propietarios de la hacienda aparecen, sucesivamente, Antonio Pámanes y el licenciado José María Barrios. Como ambos debían fuertes cantidades, fue rematada en 1854 y en 1871. Fue entonces adquirida por el licenciado Ladislao López Negrete y Buenaventura G. Saravia, quienes formaron la sociedad agrícola López Saravia para su explotación.
Al partirse la sociedad. Atotonilco quedó para Saravia y Sombreretillos de Campa para los herederos del Lic. López Negrete, quien había fallecido en 1897.
La capilla presenta una sencilla portada con las jambas prolongadas, lo que le da mayor altura. Sobre ella, a media pared, está la ventana coral y, más arriba con una imagen del santo patrono.
La torre es de dos cuerpos con pilastras que tienen figuras geométricas y que terminan con remates flamígeros sobre las comisas.
Es interesante la historia de la puerta principal, que es una buena copia de la que tiene la sala de la casa del conde de Súchil en la ciudad de Durango. En un costado de la casa se conserva un pequeño torreón para defenderse de los apaches. Hay también en la hacienda un rebote.
Fue reconstruida por Raymond Beli después de la Revolución.
Información e imagen obtenidas del Libro Las Haciendas de Durango, Dr. Miguel Vallebueno G. Página 144.
Te puede interesar: Un día en la historia de Durango… En el año de 1900, existían 256 haciendas en todo el estado
sábado, 3 de abril de 2021
Eros Malvado Por Alberto Espinosa Orozco
Alberto Espinosa Orozco Octavio Paz, 107 Aniversario de su Natalicio
jueves, 1 de abril de 2021
Mientras mi Espíritu Por Alberto Espinosa Orozco
Mientras mi Espíritu
Por Alberto Espinosa Orozco
miércoles, 31 de marzo de 2021
martes, 30 de marzo de 2021
lunes, 29 de marzo de 2021
domingo, 28 de marzo de 2021
SAN JERONIMO DE LA SAUCEDA Por Pedro Núñez López
SAN JERONIMO DE LA SAUCEDA
Por Pedro Núñez López
Un día, en la Historia de Durango: en el año de 1900 existían 256 haciendas en todo el Estado.
En el valle de Canatlán, al sur de la laguna de Guatimapé, los españoles encontraron varios poblados tepehuanes; entre ellos: Berros, Canatlán, Capinamaiz, Gogojito y Ocotán. Los franciscanos y los jesuitas trataron de evangelizarlos desde la misión de San Francisco de la Sauceda y, después del alzamiento tepehuana de 1616, los primeros fundaron el convento de San Diego de Canatlán para continuar esta labor.
Varios vecinos españoles de Durango recibieron mercedes de tierras en los alrededores donde formaron estancias aprovecharon la mano indígena. Entre ellos estaban Pedro Paredes, Juan de la Torre, Lucas Medina, el factor real Juan de Heredia su esposa Beatriz de Angulo. Tiempo después estas mercedes, junto con las que formaron las haciendas de Cacaria, Labor de Guadalupe, San Salvador y el Chorro, pasaron a manos de Pedro de Heredia.
En 1611, Heredia denunció las tierras de Gogojito donde probablemente vivía el cacique Francisco Gogojito, uno de los principales jefes de la rebelión de 1616. Años más tarde las tierras pasaron al bachiller Pedro de Heredia quien, a su muerte, las legó a las monjas de la Encarnación de la ciudad México donde Beatriz de Angulo quedó como monja profesa en su viudez. El convento vendió las tierras, el 8 de mayo de 1637, a Juan de Orduña, regidor de México. A la muerte de éste, en 1667, las fincas estaban despobladas e inhabitables debido al difícil estado por el que atravesaba la región de Durango entonces.
Como siguientes propietarios de las fincas aparecen Mateo Frías de Santacruz, marqués de Buenavista y contador mayor del tribunal de Cuentas de la Ciudad de México, y su esposa María Teresa de Cantabrana; posteriormente, fueron de Francisca de Lazcano viuda de Quezada.
El licenciado Francisco de Quezada, hijo de Francisca, vendió el 3 de junio de 1687 estas haciendas a Francisco de Inunígarro, vecino de la ciudad de Durango. Inunígarro separó la Sauceda del resto de sus propiedades y la vendió a Juan de Ayala Ureña, quien compró las estancias de Amanquitole, Berros, Capinamaiz y Cocinas. Además, denunció realengos en la sierra para engrandecerla. A la muerte de Ayala, en 1711, la hacienda quedó en manos de su viuda Jerónima de Egazqui, de quien tomó el nombre en adelante. A su fallecimiento, en 1726, su hijo Domingo de Ayala compró a sus hermanos los derechos que sobre ellos recaían.
Domingo de Ayala estuvo casado con Juana María Ruiz de Guadiana y, a su fallecimiento en 1747, ella volvió a contraer matrimonio, esta vez con el vasco Francisco Antonio de Antuñano y Zornoza quien se hizo cargo de la hacienda hasta su fallecimiento en 1756. Quedó entonces como su propietario Bartolomé Ruiz de Guadiana, cuñado y albacea de Antuñano, quien después la vendió a José Martín de Chávez, un adinerado comerciante de la Ciudad de México.
Durante el tiempo en que Chávez fue propietario de la hacienda volvió a florecer el real de San Lucas que, después de haber sido explotado en el siglo XVI, volvió a tener importancia en el siglo XVIII. Como los mineros de ese lugar necesitaban tierras donde alimentar sus animales, así como para hacer algunas siembras, Chávez vendió a los mineros encabezados por Rafael Fernández de Castro tres cuartas partes de sitio de ganado mayor para ese fin.
En esa época la Sauceda contaba con las estancias de Gogojito, Ocotán, Santa y Sauz Bendito, además del rancho de ovejas de San Agustín establecido junto a los ojos de agua caliente de ese nombre.
En 1809 los herederos de Chávez vendieron la Sauceda al chantre de la catedral Manuel Esquivel, quien la traspaso en 1813 por no haberla podido sanear, al madrileño Juan Manuel Pescador Rodríguez. Tiempo después la hacienda fue adquirida por los hermanos Juan, Antonia y Leandro Sánchez Manzanera Salas. En 1828, con motivo del fallecimiento del primero, la hacienda fue dividida entre los hermanos sobrevivientes.
El prebendado Leandro Sánchez Manzanera heredó la Sauceda poco antes fallecimiento, en 1863, a su sobrino Manuel Pérez Gavilán. Pasó en herencia a su Petra, Nicolasa e Isabel. Esta última separó la parte correspondiente a Berros y Gogojito donde formó la hacienda de Santa Isabel de Berros (Donato Guerra).
CAPILLA Y CASA
La capilla tiene una portada de dos cuerpos donde se maneja con gran originalidad las formas redondeadas del barroco. El primer cuerpo tiene doble cornisa que juega con varios capiteles que, en forma ascendente están sobre las columnas pareadas que se encuentran a los lados de la puerta y entre las esquinas. ¡El segundo cuerpo es más sencillo debido al adelgazamiento de las columnas y al empequeñecimiento de los capiteles. En él se encuentra la ventana coral muy moldurada que es sostenida por una base de la que pende una guardamalleta. A los lados de ella están dos roleos en forma de interrogación.
Latorre es de un cuerpo y tanto en sus bases como en los capiteles de las columnas que se encuentran junto a las esquinas se repite la misma solución de la portada.
El templo está techado de bóveda. Tiene tres altares, el principales neoclásico con la imagen de San Jerónimo. En el templo se venera un Cristo llamado el Divino Pastor, de gran popularidad en la región.
La casa es de dos plantas, y se encuentra deteriorada. Los altos descansan sobre un portal de recias pilastras. Tiene un balcón corrido que le da prestancia señorial con varias ventanas lobuladas y cajeadas. Las ventanas que continúan la casa después del portal son posteriores ya que tienen triglifos sobre las jambas.
La puerta principal de acceso tiene un sencillo pero elegante almohadillado. El corredor del patio, que está ya incompleto, tiene pilastras en la arcada del primer cuerpo y sencillos pilares en el segundo.
Fuente e imagen: Libro Las Haciendas de Durango, Dr. Miguel Vallebueno Garcinava
sábado, 27 de marzo de 2021
jueves, 25 de marzo de 2021
martes, 23 de marzo de 2021
Pedro Nuñez Lopez HACIENDAS DEL VALLE DE RAMOS DURANGO SAN JOSE DE RAMOS
lunes, 22 de marzo de 2021
Gary Allan Crying For Nothing
Cryin 'For Nothin letra de Gary Allan lyrics
Soy un tonto y debería haberlo sabido mejor
Pero lo intenté y lo intenté y no pude olvidarla
Volvería a ella una y otra vez
Hombre, debo haber estado loco
Todo ese llanto por nada
Todo eso intentando por nada
¿Qué me ha dado alguna vez?
¿Qué me ha enseñado?
Tengo que seguir creyendo
En algo bebe
En lugar de intentar por nada
Llorando por nada en absoluto
Bueno, luchamos por el amor y luchamos por la confianza
Y todo el bendito tiempo estuvo justo frente a nosotros
No pudimos alcanzarlo y no sé por qué
Tomó tanto tiempo solo para decir adiós
Todo ese llanto por nada
Todo eso intentando por nada
¿Qué me ha dado alguna vez?
¿Qué me ha enseñado?
Tengo que seguir creyendo
En algo bebe
En lugar de intentar por nada
Llorando por nada en absoluto
Bueno, todos sus amigos le dijeron, los míos me dijeron
Pero no escuchábamos, no podíamos ver
Yo y mi orgullo, ella y sus sueños
Parece que nunca tuvimos una oportunidad
Todo ese llanto por nada
Todo eso intentando por nada
¿Qué me ha dado alguna vez?
¿Qué me ha enseñado?
Tengo que seguir creyendo
En algo bebe
En lugar de intentar por nada
Llorando por nada en absoluto
En lugar de intentar por nada
Llorando por nada en absoluto
Cryin' For Nothin letra de Gary Allan lyrics
I am a full grown fool and I shoulda known better But I tried and I tried and I could not forget her I would go back to her time after time Man I must have been out of my mind All of that cryin' for nothing All of that tryin' for nothing What has it ever got me What has it ever taught me I've got to keep believing In somethin' baby 'Stead of just tryin' for nothing Cryin' for nothin' at all Well we fought for love and we fought for trust And the whole blessed time it was right there in front of us We could not reach it and I don't know why It took so long just to say goodbye All of that cryin' for nothing All of that tryin' for nothing What has it ever got me What has it ever taught me I've got to keep believing In somethin' baby 'Stead of just tryin' for nothing Cryin' for nothin' at all Well her friends all told her, mine told me But we would not listen, could not see Me and my pride, her and her dreams We never ever stood a chance it seems All of that cryin' for nothing All of that tryin' for nothing What has it ever got me What has it ever taught me I've got to keep believing In somethin' baby 'Stead of just tryin' for nothing Cryin' for nothin' at all 'Stead of just tryin' for nothing Cryin' for nothin' at all
Pedro Nuñez Lopez Un día en la historia de Durango. LAS HACIENDAS, ORIGENES
domingo, 21 de marzo de 2021
lunes, 15 de marzo de 2021
Ramón López Velarde DUEÑA DEL ALMA
Ramón López Velarde
DUEÑA DEL ALMA
Ramón López Velarde Memorias del Circo
Ramón López Velarde
Memorias del Circo
A Carlos González Peña
Los circos trashumantes,
de lamido perrillo enciclopédico
y desacreditados elefantes,
me enseñaron la cómica friolera
y las magnas tragedias hilarantes.
El aeronauta previo,
colgado de los dedos de los pies,
era un bravo cosmógrafo al revés
que, si subía hasta asomarse al Polo
Norte, o al Polo Sur, también tenía
cuestiones personales con Eolo.
Irrumpía el payaso
como una estridencia
ambigua, y era a un tiempo
manicomio, niñez, golpe contuso,
pesadilla y licencia.
Amábanlo los niños
porque salía de una bodega mágica
de azúcares. Su faz sólo era trágica
por dos lágrimas sendas de carmín.
Su polvorosa apariencia toleraba
tenerlo por muy limpio o por muy sucio,
y un cónico bonete era la gloria
inestable y procaz de su occipucio.
El payaso tocaba a la amazona
y la hallaba de almendra,
a juzgar por la mímica fehaciente
de toda su persona
cuando llevaba el dedo temerario
hasta la lengua cínica y glotona.
Un día en que el payaso dio a probar
su rastro de amazona al ejemplar
señor Gobernador de aquel Estado,
comprendí lo que es
Poder Ejecutivo aturrullado.
¡Oh remoto payaso: en el umbral
de mi infancia derecha
y de mis virtudes recién nacidas
yo no puedo tener una sospecha
de amazonas y almendras prohibidas!
Estas almendras raudas
hechas de terciopelos y de trinos
que no nos dejan ni tocar sus caudas...
Los adioses baldíos
a las augustas Evas redivivas
que niegan la migaja, pero inculcan
en nuestra sangre briosa una patética
mendicidad de almendras fugitivas...
Había una menuda cuadrumana
de enagüilla de céfiro
que, cabalgando por el redondel
con azoros de humana,
vencía los obstáculos de inquina
y los aviesos aros de papel.
Y cuando a la erudita
cavilación de Darwin
se le montaba la enagüilla obscena,
la avisada monita
se quedaba serena.
como ante un espejismo,
despreocupada lastimosamente
de su desmantelado transformismo.
La niña Bell cantaba:
«Soy la paloma errante»;
y de botellas y de cascabeles
surtía un abundante
surtidor de sonidos
acuáticos, para la sed acuática
de papás aburridos,
nodriza inverecunda
y prole gemebunda.
¡Oh memoria del circo! Tú te vas
adelgazando en el frecuente síncope
del latón sin compás;
en la apesadumbrada
somnolencia del gas;
en el talento necio
del domador aquel que molestaba
a los leones hartos, y en el viudo
oscilar del trapecio...